Eduardo Mendoza.
La aventura del tocador de señoras.
Seix Barral, 2001.
Eduardo Mendoza, 2001.
Fotografía original de Leopoldo Pomés.
No recuerdo haber disfrutado tanto con una novela negra desde «Que se mueran los feos» (lo cual deja muy claras mis inclinaciones dentro del mundo del misterio detectivesco). Mendoza tiene un humor inteligente y constante, continuo, desesperante.
Es una novela escrita de forma farragosa, que cansa y agota, pero, al mismo tiempo, divierte e intriga. Si uno es capaz de tolerar la intrincada construcción y amoldarse a ella cómodamente la novela es un regalo para la gente bien jodida.
Y para los que no lo están también, supongo.
No es conveniente perderse El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas, las dos novelas anteriores de la saga.