Llueve y vengo caminando a casa, roy me acompaña un rato, porque es un buen tipo. Llueve y no es un buen día. Llover tiene una ventaja: en caso de existencia de lágrimas, no sé ven. Se camuflan. Llover es, hasta cierto punto, como estar horas en la ducha, aunque con un programa bastante más frío. Y de la parte que corresponde al cuello, al abrigo, e incluso al pantalón, uno no tiene ni idea. Es más fácil pensar que es agua de lluvia al cien por cien. Uno, bastantes veces, se siente imbécil porque la otra parte contratante de la segunda parte está feliz como una perdiz. Pero eso no le resta sentido al asunto, en realidad es algo bastante indiferente. Cada cual con lo suyo. Eso podría motivar una cierta rabia, e incluso un feliz odio. Pero hay casos en los que no. Es más fuerte que el odio, que la rabia, o que el hilo de bramante.
En realidad todo esto tiene bastante parecido con la teoría falsacionista de Popper. Parece ser que una teoría tiene carácter científico cuando es posible falsarla. Lo que caracteriza a las teorías no científicas es que es imposible falsarlas, tienen respuestas para todo (por decirlo de algún modo). Y, en esa línea, mientras todo duró no me era posible conferirme a mí mismo las pruebas de falsación. Mis sentimientos no constituían un cuerpo teórico propiamente científico. Ahora que nada dura y que, sin embargo, todo continúa en el mismo punto, debo concluir que esto es verdaderamente científico, lo que trasvasado de la metáfora al asunto en concreto conforma una frase verdaderamente cursi que no pienso escribir ahora.
En otro orden y estado de cosas ha aparecido el mando del dvd. Ha estado ausente dos semanas, pero estoy acostumbrado al carácter juerguista de las cosas, en general, de mi casa. Se van a sus asuntos algún tiempo y luego reaparecen.
En otro orden de cosas sigo con las sopas chinas, comiendo con carácter racheado. Bebiendo agua de mi nueva botella favorita, hija de consumer, el néctar y el cristal. He grabado ocho canciones decentemente y me cuesta teclear (y no es coña en absoluto) porque he perdido la sensibilidad en las yemas de los dedos de la mano izquierda, cortesía de la guitarra (que pese a seguir intimando conmigo aún no me ha dicho su nombre, le llamo «niña», pero sigue constituyendo un eco de guerras menores…).
Sí, debo añadir que sigo mal, y que estoy perdiendo la esperanza de algún día levantar cabeza. Para eso todos los días deberían ser espectaculares. El sábado me sentía mal porque no estuviera, pero fue intenso y se llevó mejor. El día que compongo tres canciones es más de lo mismo. Los días normales, en los que me siento normal, en los que hago todo normal, en los que no sucede nada anormal, son definitivamente un infierno. ¿Que sólo busco los momentos intensos? Pues a ver qué haría cualquiera en mi puto caso, joder.
En otro orden y estado de cosas el otro día mi madre me preguntó cómo era posible que pudiera llegar a fin de mes. Le respondí que no me hacía falta mucho. Ella contrarrespondió diciendo «es verdad, a ti nunca te ha hecho falta nada». Eso me dio que pensar. Nunca quise ser un asceta, pero supongo que tengo cierta predisposición genética (gracias, madre, por todos esos años de preparación indirecta que ahora me sitúan en un lugar cómodo, en la indiferencia de lo que hay. No desprecio, ojo, si lo hay lo disfruto, pero si no lo hay no lo lamento).
En otro orden de cosas, volviendo a Popper. Dando la vuelta a la tortilla, si no es posible falsar mis sentimientos, es que estos son acientíficos. Eso ya lo sabía. Mi propia metáfora hace aguas a los dos minutos de hacerla.
En otro orden de cosas: la autodestrucción endémica que arrastro me está convirtiendo en una nada en el sentido del pasado y el futuro. Hoy he estado ojeando febrero en la bitácora y me he dado cuenta de la cantidad ingente de cosas que me han sucedido, pero como ahora mismo no sucede nada (en este segundo), tengo la sensación de que no sucedió nada. Difícil de captar para un ente que le dé forma y sentido al recuerdo. El recuerdo es maravilloso, pero no salva ningún presente más allá del que le dió forma y consistencia.
En otro orden de cosas: se me enfría la sopa china.
lo del mando del dvd te ha salvado de pillar uno universal, pero es que la peña ya estaba cansada un poco de los nervios con la musica alta.