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casa, cosas, camino correcto según el propio camino

Ya, ya lo sé. Ya sé que así no se hacen las cosas. Bueno, no importa. Tengo una extraña sensación de placidez.

Es curioso, la gente está a gusto en casa. Lo digo porque percibes cosas que no percibes en otras situaciones. En seguida se quitan los zapatos, se sientan en el suelo… quiero decir que pocas veces se ha constituido aquí una conversación normal, sin pedazos de carne adheridos, no sé si me explico. Vienen aquí sin saber dónde se meten (o sabiéndolo perfectamente) y al rato están hablando de sí mismos de una forma que no hubieran pensado. Incluso Oscar, de vez en cuando, levanta los escudos un par de segundos (recuerdos hasta neila, buen hombre, maese bodeguero, qué tierras aquellas de café y cigarro editores, qué tierras las de la señá gregoria). Me alegra, me alegra mucho. Tienen mucho valor (y más sentido) todas esas experiencias (si tomo a paniker y le llamo a filas).

Yo también estoy a gusto aquí. Menos, indudablemente, pero de una forma mucho más intensa. Conozco el lado oscuro de esta casa: la limpieza, el mantenimiento, cañerías que suenan, cosas que se rompen… es una relación más íntima. No sé si era lore o quién era la que me decía que yo me llevo a mí mismo a todas partes por delante. Es decir, estoy exactamente en el lugar donde otros ponen sus escudos. Y es la única forma que estoy dispuesto a aceptar. Todas las ostias no valen una mierda comparadas con la tarde de ayer, por ejemplo, o la que ya se está perfilando para hoy (empiezan a llegar mensajes…). Trescientos días en trescientos garitos no tienen el mismo nivel de profundidad.

Eso es lo que me llevo puesto, no me lo envuelvas.

Lo demás son dolores que van y vienen, que pasan por tu vida precisamente porque son la cara oculta de lo mismo, es decir, igualmente consecuencias del mismo trasunto. Es cuestión de saberlo de antemano.

Que se lleven la pasta, no quiero nada. Que me dejen los libros, la guitarra, la bici, la cámara y todo ese aluvión de gente con la que alucino (en sentido estricto), incluso que se lleven la cámara también, y la bici. Pero lo demás lo defiendo a capa y espada.

Joder, estoy ahí metido.

Y no lo he estado en mucho tiempo. Absorbido. Completamente. Qué ciego. Qué equivocado. Qué obsesionado. Menos mal que las cosas que suceden siempre llevan su parte de alegría, por muy jodidas que sean. Menos mal.

En un año y medio no os he visto (metafóricamente) y lo siento. No voy a engañar, sobre todo por mí mismo. Por todo lo que me he perdido. Bueno, estaba viviendo otras cosas. Es lo que tiene. La casa vuelve a ser el tabernáculo de siempre. Yo quiero mi vida así, sin ningún orden lo siguiente: guitarra, escritura, lectura (mucha), amigos, conversaciones (de las de verdad), risas (de las de verdad), fotos. Y lo demás viene después. Cuando tú estás a gusto contigo mismo, no hay nada que no venga. Porque no esperas nada, y todo lo que viene es bienvenido.

Porque no te estás poniendo tú las trabas a ti mismo.

(Buah, voy a terminar siendo milenarista, ya verás…)

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