Ella sonreía como un aparato digestivo a punto.
A punto de digerir, supongo.
Me miraba con hambre mientras finiquitábamos
los litros y espumábamos las cervezas.
Qué difícil es escapar de la soledad.
Qué difícil es hacerlo con calma.
Qué difícil es mirar a otra parte mientras sucede.
Cuando no podías tenerte en pie
te llevé a la cama,
te quité la ropa. Te acosté.
Dejé mi teléfono sobre la mesilla
y me fui corriendo a otra parte.
En las calles de Malasaña la gente reía
y gritaba y remoloneaba en la noche que
no quería terminar todavía.
Andando hasta Cibeles. Autobús.
Otro autobús.
Casa.