# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (751) | canciones (153) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (352) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.685) | atranques (1) |

ruido

Después de tanto ruido no quedó ni la guerra.
Ni siquiera roncos gritos de tempestad.

No tuvimos que recoger ningún herido
del campo de batalla.
Tampoco ningún muerto.

Después de tanto ruido,
de tantas voces,
de tantas y tantas discusiones,
de tanta bilis acíbar en la garganta,
de tanto llanto y tanta miseria
expresada en tardes y tardes como esta,

no quedó nada.

Un atronador vacío
enmarcado en un tremendo silencio.

Nos vimos,
algún tiempo después,
en medio de cualquier parte.

No podíamos hablar,
porque no había cosa alguna que decir.

Nos miramos,
como dos extraños ya que
aún conservan el tenue pero impregnante
aroma de lo conocido
sin ningún referente cercano,
dos anónimos,
dos colores que comparten paleta,
dos glosas de un mismo verso
que no se tienen la una a la otra.

Dos personas, tú y yo,
que comparten espacio en un momento dado.

Después de tanto ruido…
no quedó ni el odio, ni la rabia, ni el desencanto.
Después de tanto ruido quedó una oquedad
en medio de ambos, un incomodo hueco,
un tipo gris neumático que nos mira con ojos reumáticos.
Estratificado, rígido, solidificado.

Yo pagué las cervezas
y te acompañé a tu coche.

Después entré al primer bar abierto que me encontré.

Necesitaba un respiro.

Oír las tragaperras. Su repique de campanas
que retrotrae a rutinas olvidadas. Badajos
de cuando todo era más sencillo.

Comer las ali-oli que pusieron sobre la barra.

Escuchar un chiste de otros
y reírme un rato.

Mirar al suelo, a la punta de mis zapatos.

Encontrar ese clavo ardiendo
al que aferrarse
cuando todo está saldado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.