… nos vamos, si piensas que
va a servir de algo. Si lo prefieres, tomaremos
aquí otra cerveza, estoy sentado, no
estoy tan mal. Sólo otra, de
verdad, después pasearemos o haremos
el amor en algún parque, o nos
pediremos perdón o dormiremos hasta
que el frío del rocío nos despierte,
ateridos, en un césped verde de
gritos no escuchados.
Pues gritamos, eres un ángel cuando
duermes, pero gritas, tan alto que
no hay música que lo cubra, que
lo silencie. Lo sé, por ello no
quiero irme de aquí, al menos,
no tengo que hablar, o que escucharte.
Aquí, al menos, puedo callar y mirar
al vacío sin que parezca un problema,
una preocupación, una culpa.
Una cerveza más, lo juro. Después,
seré tuyo hasta donde pueda, el resto ya lo
desearás tú bastante. Seré tuyo
como soy de todo, del barro que me
cubre, de éste o de aquel otro. Seré
fuego, si tú quieres, seré estanque,
si prefieres llorar. De todas formas,
da igual. Puedo ser divino o maldito,
borracho o calculador o economista o
amante, da igual. La noche es joven,
y nos ofrece sus dones.
Tan sólo una cerveza más.
Lo juro.