Tengo un maldito conejo azul y
nadie se entera. Lo llevo todo el
día en la solapa y nadie se
da cuenta. Le tiro al suelo,
chilla el condenado y nadie le oye.
Cuando compro pan pago con el
conejo, y el panadero lo mete en
la caja registradora y nadie lo saca.
Cuando meo tengo cuidado de no
mancharlo y nadie me lo agradece.
Si lo lavo, nadie lo ve limpio. Si
lo mato, nadie lo impide. Si lo
consigo, nadie lo resucita. Si le
escondo, nadie le busca, si lo vendiese
nadie se apresuraría a comprarlo.
Si me olvido de él, nadie lo echa
en falta. Si le quiero, a nadie le
importa, nadie se pone celoso. Si
lo imprimo, nadie va a leerlo, si
lo televiso nadie pagará el abono
mensual por verlo.
Parece que nadie es el único que ama al puto conejo. Y…
que nadie me acompaña a todas partes.