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En el barro

Al final del camino encontramos
un cofre cerrado con una llave.

La llave no la teníamos, por supuesto.

El frío del suelo se retransmitía a través
de las plantas de nuestros pies
y llegaba al pecho,
donde con un pequeño retruécano
pasaba el cuello hasta la cabeza.

Estábamos allí, al final del camino,
en el barro primordial-final.

El lugar donde todo se corrompe,
se degrada,
para abrir el proceso de terminar siendo otra cosa.

Actualidad-potencia. Formas torpes de nombrar
lo que no comprendemos en absoluto,
con la idea de acercarlo un poquito,
lo justo para convencernos de que lo vemos de cerca.

Si las cosas son una sola cosa exponenciada que se cocina
en la realidad para tomar forma, actualizarse o
como se quiera,
no deberíamos pasar tantas tardes junto a la cerveza
para intentar callar el ruido.

Este ruido molesto.

No deberíamos forzar una existencia simpática
para convertirla en una preocupada. No.

Todo sencillo con no-conceptos que no-existen,
sino que suceden.

(¿No sucede que existe todo lo que sucede?)

Pero ya que estábamos echamos un vistazo.

Al ruido.

Uno de cerca, esta vez sí.

No teníamos la llave. Nos dormimos en el suelo.
Nos preguntamos dónde habíamos ido a parar.

Al barro.

No teníamos ni idea de qué hacíamos allí.

En ese momento desperté, confuso,
sobre el revoltijo de formas de mi edredón.

No tengo sueño -me dije en voz alta,
intentando acallar el ruido de nuevo allí,
intentando volver a ver lo visible desde el rango de lo
invisible,
intentando saber sin quererlo o intentando
no querer saber mientras movía unos ojos nerviosos
por un cuarto abarrotado.

Como si hubiera una respuesta cerca.

Como si, siendo todo lo mismo,
hubiera que ir a alguna parte para comprenderlo todo.

Como si no estuviera todo escrito aunque no sepamos leer.

(Lo cual equivale a decir que no hay nada escrito).

Ese barro es el cambio, lo fronterizo, en lugar al que todo regresa
porque es el lugar en el que todo comienza.

Seguramente no sea un lugar. Seguro que es más aproximado
decir que es un estado.

Me di la vuelta y miré a la pared.
En el fondo, las cosas suceden porque no pueden dejar
de hacerlo. El movimiento inercial es el culpable de todo.

Nosotros… estamos en medio.

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