Mientras el viejo portátil se formatea (joder, tiene poco más de un año y, ¿ya tengo que llamarle viejo?, menuda ostia) hago un poco el tarado con el nuevo, con el chotochop y el firegüorks. He estado demasiado liado últimamente como para escribir por aquí. Tampoco he tenido ganas. Estaba gustosamente liado, y a esto, en un momento dado… pues eso. Escribo el primer post consciente desde el imac. Suena bien (ni idea de ruido de ventiladores, tendré que buscarlo en internet a ver por qué, es tan silencioso que si no fuera por la luz de la pantalla ahora mismo pondría la mano en el fuego jurando y requetejurando que no está encendido, a su lado el portátil traquetea como una locomotora de vapor encendida por el desprecio de verse substituida… jo, chiquilín, que yo no quería, trabajo obliga… bueno, claro que quería, pero mucho, pero no tanto como para darte de lado…). Pocos problemas en el mac, gracias a venir de ubuntu… son primos hermanos, no son iguales, pero buscan lo mismo y se mueven por lugares parecidos, les gustan los mismos bares y las mismas bromitas… más gracias a ubuntu.
Mi primer trabajo como maese tarado diseña cosas está en imprenta, y sin mayores problemas. El buen imac me salvó de doce horas de curro y las convirtió, sin despeinarse, en algo menos de cinco. Va bien. Va tan bien que extraña en un cacharro que no he hecho yo a mi gusto mezclando piezas según me convenga. Va tan bien que ahora incluso parece que no voy a necesitar más en la vida. Luego viene la vida y se encarga de desmentir tales insensateces, porque a eso se dedica cuando no está matando o juntando gente.
O separando.
El mac es como una nevera, diseño blanco y brillo, mucho brillo (tengo la pantalla al mínimo y aún así brilla un huevo). Es muy eficaz, pero aún no le he pillado el gusto humano, si es que eso se puede sacar en un ordenador. El portátil lo tenía. Tenía personalidad. Más valía que no le tocaras los huevos… Sin embargo, el mac es un criado fiel que siempre responde. No sé lo que hace mientras tanto, pero responde. No sé qué cosas deja de hacer por mis peticiones idiotas, pero responde.
Ha surgido una intensa amistad entre el imac y el ipod. Hablan el mismo lenguaje. Se miran y se dicen cosas que yo no llegaré a saber jamás. Se miran y parecen compartir escenas y simpatías que no me cuentan. Itunes, sin embargo, se empeña en quitarle el sonido a todos los vídeos que convierto para el ipod. Pero este no se cabrea, se limita a reproducirlos sin sonido, sin ni siquiera ponerse rojo de la vergüenza.
Raro.
Muy raro.
El teclado de mac es muy cómodo. Sensible al tacto, como si en vez de escribir me estuvieran masajeando las yemas de los dedos. Muy tranquilo. Sin embargo, el ratón es un invento macabro. Resbala. El pseudobotón derecho funciona cuando quiere (el ordenador es un mayordomo, pero el botón derecho del ratón es un disidente declarado). Es mejor dejar sólo el izquierdo, pero no quiero acostumbrarme al control+botón, porque no me da la gana.
El portátil me pide, suplicando, la clave del XP. Se la doy. Me siento triste. Estoy mucho más que contento con el nuevo ordenador, pero me siento como si estuviera jodiendo al portátil de por vida. Estupideces que me dan. Me siento como si me estuviera despidiendo y no quisiera despedirme. Estupideces que me dan. Me siento triste. Me ha dado muchas cosas.
Bah, es un día feliz. No entiendo por qué soy tan tonto, la mayoría del tiempo.
El viejo (snif, snif):
El nuevo (la ostia):
Me jode deshacerme del portátil. He escrito grandes cosas en él. La pela manda. Tendré que deshacerme de él. De ubuntu sólo de momento, lo instalaré en el mac. Aún así… joer. Qué pena.