Al final, algo extraño, todo sale, todo se mueve. Todo vuelve, renqueando, a funcionar.
Y no sabes si funciona o si renquea, o si ambas cosas a la vez suponen algo bueno.
Pero funciona, qué carajo, y para alguien acostumbrado a perder un empate es toda una victoria. De hecho, ya lo dije, la victoria está sobreestimada.
El problema es el vacío (ya sé, ya sé…)
A veces tengo la sensación de que jamás conseguiré quitarme de encima la costumbre de posponerlo todo, más allá de lo imaginable, más allá de lo entendible… A veces, casi siempre, acabo preguntándome por qué no fui capaz de alzarme de la silla cuando mi estómago me estaba diciendo que se moría.
Renquear es un avance. Sin duda alguna.
Tengo una teoría, aunque un poco desconsoladora. Es verdad, por encima del psicoanálisis.
Si no movemos ficha es porque, en el fondo, las cosas nos gustan como están.
En el fondo me gusta vivir sólo, diseñar webs, llegar del curro y regar las plantas.
En el fondo me gusta mi curro, paga el alquiler y no hace más preguntas que las justas.
En el fondo me he hecho un reino de lo que tengo, y me pregunto si cualquier cambio no tendrá el poder de cambiarlo todo. Eso me asusta.
Tengo que añadir, que además del hecho de volver, todos tenemos «personas salvavidas» a la que volver para que todo vuelva a funcionar. La mía es un borrachín de Mahou y talento, que cada cierto tiempo me golpea con esa sinceridad brutal, mostrándote la vida en estado puro, como los niños. Mi otro yo con quien necesito reencontrarme cada cierto tiempo para que la vida funcione.
La victoria no está sobreestimada, lo que falla es el concepto de victoria.
Un abrazo,
Hare
Es una perspectiva interesante, y si falla el concepto de victoria…
¿Hacia dónde coño estamos corriendo todos?
Qué desenfoque…