Llevo mucho tiempo sin escribir por aquí, demasiado. Demasiado según qué. El tema es que escribir requiere tener cosas que contar. Me corrijo un poco, escribir requiere tener cosas que querer contar.
Eso sí.
Dentro de algún tiempo me arrepentiré de no haberlo hecho, eso lo sé. Una cosa es ponerte en situación y escribir como si estuvieras en, y otra cosa muy distinta es escribir en. No es que no quiera escribir (aunque un poco sí), es que lo que tengo que decir me parece poco relevante. Nah, eso tampoco, qué hay de relevante en una ruptura, o en un proyecto nuevo, o en vivir más o menos a secas. Sucede que a veces sientes la necesidad de construirte un relato en el que guarecerte y otras veces no.
(Estaba con Castilla jugando al baloncesto, ¿qué habrá sido del tipo? y empezó a llover, y me dijo "guarezcámonos", y me sonó al siglo XVIII. Esa tontería tan poco trascendental lleva en mi memoria desde entonces sin qué tenga ni idea de para qué).
Me gustaría ser más amigo de la negrita y la cursiva y remarcar ese "construirte un relato en el que guarecerte". Uno escribe porque tiene que marcar con rotulador amarillo algo que considera importante por algo. Uno escribe porque dentro del caos de lo que sucede ("de lo que deviene", quería escribir, pero no es ni más ni menos que lo mismo y, sin embargo, suceder tiene un componente menos existencial que devenir y devenir tres kilos más de sospecha de estupidez que suceder) parece que algo merece ser recordado, o resaltado, o conspicuado (si es que eso existe).
No es que no quiera escribir, es que escribir me ha hecho bastante daño en general, el proceso de escribir me ha roto bastante. Porque me es difícil. Por eso hoy, cuando estaba componiendo instrumentales para un disco nuevo y me he atascado y me quedé sin cosas que expresar me he acordado del daño de escribir. Del daño horrible de que la cosa no fluya. Cuando compongo la cosa suele fluir sin que yo sepa muy bien de dónde vienen las cosas que digo y que tengo que decir.
No me es difícil escribir, en eso miento un poco. Lo que me es muy difícil es saber lo que quiero decir, encontrar una finalidad ahí. La única diferencia es que cuando hago música y la grabo no suelo darle mucha importancia a qué quiero decir, simplemente digo. Y salen cosas que grabo y guardo. Y años después las recupero y me alegro.
Del mismo modo en el que siempre escribí poemas componer canciones es describir un estado de ánimo, mostrarlo. Escribir un relato o una novela es una cosa distinta. Tienes que buscar la causalidad, el contexto, el dónde se escribe todo eso. Cuando escribo poemas o compongo canciones no necesito preocuparme de eso.
Resumiendo, cuando escribo poemas o canciones me preocupa poco o nada qué quiero decir, me importa más decir. Cuando escribo novelas, sin embargo, qué quiero decir es lo que más me importa. Y la realidad es que no tengo ni idea de lo que quiero decir. Sólo quiero vivir. Cantar algo, recitar algo. Darme una vuelta, amarme un poco.
En realidad, dentro de que todo es una mentira hermosa, poemas y canciones son más un sample de la realidad y la novela un ensayo. No comprendo lo bastante como para razonar lo que sucede. No tengo ni puta idea y cada uso de la novela me parece tendencioso. Sin embargo declarmar y cantar son cosas inmediatas, preciosas, uno se limita a estar y hacer algo con ello. Siento algo y lo canto o lo recito y ahí se acaba toda mi implicación con el sentido de las cosas.
No quiero explicar lo que no entiendo. Como mucho quiero contarlo, y no siempre y si no me preguntas demasiado. Feliz año.