En la obra de al lado de casa llevan toda la semana con música de mierda a todo volumen, desde las ocho y media de la mañana hasta las ocho de la tarde en un altavoz enorme.
Estoy cansado. Estoy aburrido del curro y, claro, al mismo tiempo, agradecido de tener uno. Estoy sin tiempo, curro, cocino, camino, toco, duermo. Estoy aprendiendo que he estado haciendo muchas cosas mal con la guitarra los últimos 30 años, y ahora me va a costar un montón cambiar esa memoria muscular. Estoy aburrido de estar gordo, de no tener tiempo, de no saber tocar lo que quiero, de tener que malgastar 40 horas a la semana en mantenerme nutrido, descansado y bajo techo. Parece que ganarte la vida a veces es dejarla en ello. Y al mismo tiempo, ya digo, agradecido. Tengo la suerte de tener esta mierda. Sin ella tendría el tiempo y todo el agobio de no poder mantenerme por mí mismo.
Ser pobre es una mierda. Siempre puede empeorar, además, lo que es un aliciente fenomenal.