Después de un día durete de trabajo no está mal llegar a casa y abrir la ficha de la primera novela del ciclo y dale duro al snowflake. No sé si está bien o mal, pero tiene cosas adheridas ricas cuando ya has probado todo lo demás.
Resulta que haciendo cosas que te parecen tontas vas desarrollando la historia que tu cabeza se empeña en estancar. Sorpresa.
Los personajes empiezan a dejar de ser una imagen para tener gustos, conflictos, desarrollos, ideas. Los personajes empiezan a decirte cosas que no cuadran dentro de la historia. Es más, los personajes empiezan a mostrarte huecos en la historia que no habías visto antes. Esto es gueno. Sorpresa.
Darles personalidad les hace no encajar en el plan que tenías previsto. Alguien no puede hacer lo que tú pensabas que tenía que hacer porque, bueno, simplemente no es algo que ellos harían. Eso te hacer tomar desvíos, añadir cosas, forzarlos. Hacer lógico incluso en lo ilógico su camino. Me pregunto si es una buena idea. Pero al final…
La vida es finalmente como un videojuego que juegas en tu tiempo libre. No es parte de lo que tienes que hacer para mantenerte, comer, dormir, pajearte, mantenerte bajo techo, relacionarte, generar facturas, ganar el dinero suficiente como para mantenerte, comer, dormir, pajearte, mantenerte bajo techo, relacionarte, pagar facturas. Todo lo que hago en mi tiempo libre empieza a tener que ser satisfactorio. No tiene que hacerme desbordantemente feliz, no tiene que salvarme la vida. No tiene que.
Por otra parte diluvia. Suena la lluvia contra los adoquines de la terraza. Es como si las cosas que andan sueltas se estuvieran deshaciendo en goterones de agua cayendo. No tienes que, no sabes mucho. Lo importante parece ser más o menos eso. Sorpresa.