Mientras tanto el tiempo pasa y yo estoy en algo nuevo. Un hierro del conjunto de engranajes y palancas dentales ha explotado, pero ni me afecta ni se ve. De nuevo a consulta. Qué aburrido estoy de eso. Pero el tiempo se detiene y acelera, y ahora estoy por las tardes con un altavoz, unos cascos sony de hace 30 años que se han librado de varias tiradas por no llamar la atención, el portátil y un micro, buscando melodías en el supermercado salvaje y adocenado del qué decir.
Me puse la vacuna de la gripe por primera vez. Se hinchó el brazo. No mucho más.
Ayer volví a ver entrevista con el vampiro sólo porque empiezo a sentir algo que vi por primera vez allí. Que leí, más bien, en el primer viaje a La Palma. Un tipo que despierta después de un largo tiempo asustado, desorientado y cabreado, muy cabreado. La vida parece que se abre para él y que vuelve a ser él mismo siendo ya otra cosa.
Es curioso lo poco que a veces hace falta y lo imposible que era cinco minutos antes.