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el muro

1.

Todos se sobrecogen al verlo por primera vez. No tanto por la pared vertical de colorines como por el zumbido. La cosa suena de un modo grave, profundo y gutural y hace que todo a su alrededor lo acompañe. Cuando te acercas a mirarlo, pegándote todo lo posible al vallado de seguridad sin sobrepasarlo, empiezas a vibrar con él. El sonido es una cosa que te toca mientras retumba y te atraviesa, todo a la vez. Puedes sentir que todo tu cuerpo baila a ese son que no terminas de reconocer del todo, como si estuvieras en el interior de los pulmones infinitos de un gigante haciendo un Omn sin pausas.

No hay mucho más. Les dejamos macerar en el pavor un rato y luego les llevamos al comedor para la recepción. Sacamos los platos y observamos. Buscamos indicios, como dice Carla. Están los que no tocan apenas la comida, nerviosos como recién nacidos, los que comen como si no lo hubieran hecho nunca antes y los que lo hacen casi con indiferencia. Y esos, en resumidas cuentas, son los tres tipos de personas con los que nos enfrentamos. Carla sabe describirlo mucho mejor si la intención es lírica y mucho peor si es cualquier otra. Esa es mi opinión.

Después hacemos grupos para las tiendas de campaña. Según la corriente de pensamiento del momento los mezclamos o los juntamos solo con los suyos. Es cíclico y depende de los analistas y de los últimos resultados. Les asignamos el grupo y la división, les damos algo del alcóhol que tengamos y los mandamos a dormir. Pasamos un rato callando a los que siguen activos hasta que dejan de estarlo y nos sentamos a cenar. Compartimos impresiones, comentarios. Intercambiamos opiniones sobre la quinta. Eso es más o menos todo lo que hacemos.

Siempre hay algunos listos. Esos a veces no duran demasiado y a veces producen resultados inesperados, pero el primer día es conveniente desanimarlos. Un par de instructores se quedan cerca del muro y vigilan resguardados, si alguno se acerca lo devuelven a su tienda. No siempre es fácil, porque la mayoría ni siquiera recuerda su grupo y su división. Cuando me toca vigilar a mi intento no ser demasiado estricto, porque yo tampoco recordaba los míos. Una vez que has llegado al sitio donde se va a jugar todo no sueles ser muy receptivo con los detalles. Otros sí lo son, recuerdan todo lo que se les ha dicho como si fuera una fotografía que pueden sacar del bolsillo y echarle un vistazo rápido. Esos no suelen levantarse del saco, al menos no la primera noche. Tener la vista muy fija en el objetivo no suele ser lo más sensato casi nunca.

2.

Así que tenemos dos semanas. En dos semanas tenemos que enseñarles un montón de cosas que casi nadie suele saber, desde cómo encender un fuego hasta como cazar y pescar, construirse un refugio rudimentario, curar heridas básicas. Tenemos ventaja sobre ellos y suele ir razonablemente bien, nos hacen caso. Al fin y al cabo nosotros ya hemos estado dentro. Ellos no. Nosotros, los instructores, tenemos información de primera mano. Aprenderán un montón de habilidades pero no la gran cosa, que es que no podemos hablarles de lo nuestro. Es información reservada.

Hubo una especie de acuerdo de colaboración que básicamente establecía todos los modos posibles para no colaborar. Esa es mi opinión. El muro apareció donde apareció y antes de que se empezasen a llenar los cargadores alguien tenía que parar la posibilidad de que la humanidad se rompiese la crisma en la puerta. Hay un comité científico interdisciplinar coordinado con representantes de cada país. Uno, si sale, habla con los suyos y los representantes deciden qué conocimiento es interesante compartir y cual no. Son los únicos que pueden hablar de ello. Nosotros no.

Quizá, según tu experiencia personal, es fundamental saber hacer un nudo con la mano izquierda, pero eso tiene que ir a tu representante, que lo considere importante y lo pasé al comite, que lo considere importante y lo pase al equipo desarrollador, que lo considere importante y lo pase al equipo curricular, que lo considere importante y lo incluya en los contenidos. Y que el instructor de turno no lo deseche por falta de tiempo. Dos semanas no son demasiado tiempo.

También puedes decidir ignorarlo todo y entrenarles para hacer un nudo con la mano izquierda. Con eso en breve pasarás a formar parte de los inconsistentes. Que te declaren inconsistente significa que vas a pasarte el resto de tu vida en una celda de la que podrás salir siempre que consideren conveniente que seas el sujeto de experimentos ciegos. No sé dónde está el porcentaje, pero la gran mayoría no vuelve (caídos). Y la gran mayoría de los que vuelven lo hacen como una maraca (inconsistentes). Para ocuparnos de quintas de 40 personas parecería que sobrarían instructores con los que restan. La verdad es que siempre andamos cortos de gente. Ellos querrían que fuéramos el doble, doblar las quintas, doblar las razias. Nos vigilan porque no decrecer ya es algo importante.

3.

Así que Carla entró con su pareja, y cuando atravesó el muro de vuelta giró la cabeza y se lo encontró gimoteando en el suelo. Al tener una relación sentimental pensaron que quizá sería una buena idea mantenerlos juntos una temporada para ver si mejoraba, pero no lo hizo. Carla había sido una de mis quintas y volvió al muro medio año después de salir de él, sola, triste, nerviosa, aterrorizada. Me hizo prometer un pacto en el que yo no tenía que hacer nada. Es dificil no prometer así. Ella haría lo que yo dijese de ahí en adelante. No quería volver a las celdas. No le pregunté porque no habría podido decirme nada. No le pregunté porque yo había prometido y siempre cabía la posibilidad de que en algún momento decidiese contarme algo. También sirve decir que no quería preguntarle nada porque quería estar lo más lejos posible de cualquiera de las respuestas.

El desastre, la desolación y el temor habían hecho de Carla una persona extrovertida y divertida. Ella se gusta así y a mí me parece bien. Le sirve. Por las noches a veces la cosa cambia, pero es temporal. Los lloros y las pesadillas terminan al despuntar el día. Ser de un modo durante la jornada a veces extiende sus efectos a la noche. Eso parece bastarle. A mi me parece un punto seguro en el que quedarse, sobre todo si pienso en las alternativas.

4.

Les enseñamos a encender fuego con todo húmedo. Les enseñamos a huir de un enemigo que corre más que nosotros. Les enseñamos a procurarse alimento en un entorno que no conocen. Les enseñamos las señales. Les enseñamos un montón de cosas que deberían saber siempre.

Les decimos que esto es importante. Se lo repetimos. Se lo repetimos siempre.

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