Si me dijeras que me quieres me iría contigo,
porque te quiero
y te juro que no hay mucho más.
Me siento, a veces, como
un niño de seis años en medio de la Gran Vía.
Todo el mundo se mueve.
Pero no comprendo en absoluto dónde van.
Me siento como un imbécil, quieto
en medio del movimiento.
Me siento a veces como un extraño,
a veces como un estúpido.
No hay mucho más,
que se lo queden todo, juro que no me importa.
Que se lo queden todo y me dejen en paz.
Anoche viniste, y tomamos vino
en mi casa.
Abrimos la botella, llenamos los vasos,
me dijiste algo al oído.
Después de eso, ¿qué coño me importa a mí la vida,
qué me importan a mi los semáforos, los quioscos,
los pasos de cebra?
Si me dices «te quiero» me voy contigo.
No me importa mucho dónde.
Yo no tengo las cosas tan claras como el mundo,
a mí me basta con pasar desapercibido,
con que tú quieras pasar desapercibida a mi lado,
con que dentro de un tiempo muramos desapercibidos,
con que sólo nos lloren amigos,
con que sólo nos recuerden amigos,
con que sólo nos echen en falta algunos amigos.
Si aún así me dices te quiero,
me voy contigo.