De cuando en cuando me pregunto qué habrá sido de las cosas que no hice. Es un poco dramático dicho así, pero me pregunto qué nombre tendrían los hijos que no he tenido. Dónde guardaría las fotos de los viajes que no he hecho. En qué lugar de la agenda del teléfono tendría los contactos de la gente que no he llegado a conocer. Dónde tendría almacenados los recuerdos que se podrían haber generado con las novelas que no he escrito.
Un poco eso. No tanto como un ejercicio nostálgico o lleno de melancolía, sino más bien como un debate sobre el estado de la no-nación. Con curiosidad y bastante intriga. Un what if? de libro, realidades alternativas de caminos que se fueron abriendo y no cogí.
Y la verdad es que no se queda todo ahí, porque de cada uno de esos surgirían cientos de otros que se desbloquearían al abrirse el primero. Es cierto que cuanto más vives más no-opciones se acumulan, no es lo mismo hacer esa especie de ejercicio a los 18 que a los 46. El pasado pesa y ocupa espacio en los significados y en los recuerdos, pero el no-pasado multiplica todo eso hasta hacerlo un poco insignificante. Insignificante por volumen, no por nada más. Hay más en mí de lo que no he sido no he hecho no he tenido no he sentido no he dicho que de todo lo que alguna vez he sido hecho tenido sentido y dicho.
Eso, si le echas un vistazo de cuando en cuando, también pasa a ser parte de ti. También influye, también anima o limita, tambien te abre puertas o te las cierra. No voy a poner ejemplos porque es un sitio muy extenso al que ir, sólo digo que si te quitas el rollo positivista y el negativista, el que te dice que eres lo mejor que podía haberte pasado y el que dice que cualquier cosa habría sido mejor que esto, puedes examinar las cosas con un poco más de atención y mucha más lucidez. ¿Para qué? Pues supongo que para nada en concreto, sólo por ser algo más consciente de por qué no eres lo que no eres, para acoger lo que desechaste por un motivo u otro en su momento y concederle un pequeño espacio en tu persona. No sé si uno grande o uno pequeño, quiero pensar que más o menos el que merece (aunque no tengo ninguna prueba de eso).
—Hola, no-yo. Pasa, al fondo queda algo de sitio. Estoy contigo en un momento.
Abrir esa puerta a ese infinito puede tener sus cosillas, pero creo que merece mucho más la pena lo que da (porque da) que lo que resta (porque también resta). Al menos es interesante, y eso es mucho más de lo mucho que se puede decir de muchas cosas. Dadle un tiento y hablamos.