Bueno, con todo el dolor de mi pobre corazón hoy he vuelto a instalar xp. Aún no sé cómo he solucionado, por puro azar, el tema de las particiones para que todo funcione correctamente con una partición -de la que no comprendo ni la composición ni la utilidad- menos y sin perder ni un sólo dato.
Supongo que una retirada a tiempo es una victoria, supongo. Pero aún así… cómo me jode no haber sido capaz (aunque claro, sin mirar ni un manual y sin tener ni puñetera idea de linux me consuelo pensando que, al menos, he tenido funcionando ubuntu un par de días tocando código y sin joderlo demasiado; claro, sin joderlo demasiado hasta que al final plaka).
No sé si volveré a tener tanta suerte, y calculo que en un par de semanas estaré de nuevo al ataque.
En cuanto me recupere del susto. Joer.
Lo que más me ha jodido de todo, con diferencia, es la sensación de alivio que me ha recorrido en cuanto el xp de las narices se ha puesto a correr sin ningún tipo de problema. No tengo nada en contra de ubuntu, más bien al contrario, y quizá si este portátil no hubiera tenido la configuración de pantalla 1280×800 hubiera sido todo menos traumático, yo qué sé. Lo que sé es que ver algo que no está del todo correcto me china hasta llegar a extremos como cargármelo todo por unos píxeles de menos…