Me descubro en el juego teniendo déjà vu, ecos de otras vidas, de otros personajes con los que estuve en el pasado en los mismos sitios que estoy ahora, y como un Morfeo de baratillo en Matrix me pregunto qué es real, cuáles son sus límites, qué podemos llegar a sentir como real si todo es una construcción que valoramos, si toda revelación es en sí misma un engaño en tanto que un relato que nos contamos y a través del que nos describimos —explicándonos a nosotros mismos ante nosotros mismos—. Quizá tengo más recuerdos y de mayor calado de Cima del Trueno que de Menorca, y no sé hasta qué punto eso es bueno o malo o hasta qué punto puedo considerar que hay una diferencia sobre la que ponderar nada en ninguno de ambos sentidos.