Hoy es un día importante pero no quiero pasármelo sufriendo delante del ordenador, así que me iré a caminar con twitch puesto, a ver si el asma tapa el otro.
A la gente no le interesa la verdad, sólo expresar el grupo al que siente que pertenece. Da igual que Ayuso apenas sea capaz de hablar —o que haya afirmado que no tiene ningún problema en gobernar con los golpestados de Vox, lo de no medicalizar las residencias, que el abrir más no ha supuesto siquiera recuperarse mejor económicamente—, ha sabido dibujar mejor que nadie el grupo al que la mayoría quiere pertenecer, y éste es lo que somos si no nos damos una vuelta: interesados, egoístas, malcriados, excluyentes. Al fin y al cabo estamos hechos para amar a los nuestros y odiar a los demás. Ojo, no ignorar, porque ignorarlos puede suponer que sean oposición mañana, estamos diseñados para odiarlos y hundirlos lo más que podamos.
Pero estar diseñado para no significa estar absolutamente condicionado. Lo malo es que cuando aparece alguien que habla justo de la clase de barbaridades que estás sintiendo como algo normal, justo y positivo, pues no se hable más. La banca gana. Perdemos todos los demás.
Por favor, démosle una vuelta, una cortita aunque sea.