Cualquiera que defienda una opción en la que se prima el egoísmo por encima de la garantía de unos bienes esenciales para cada uno, independientemente de su economía y lo que pueda o no permitirse, está muy fuera de mi liga. Muy fuera. Una vez eso cubierto puedo hablar de lo que sea, pero sin eso no hay conexión posible. Cuando tengo a alguien así delante de mí no dejo de pensar que no puedo fiarme de alguien a quien sólo se le ocurren amenazas (hambre, frío, enfermedad, pobreza) como estímulo para una supuesta superación personal. Yo soy más de la curiosidad y de proteger más al que más lo necesita, lo siento. Que sí, que te enriquezcas hasta que el dinero te brote de las cejas, pero déja a los demás en paz. Deja de racionalizar tu riqueza frente a su pobreza como un cálculo esfuerzo-resultado que se desmonta sólo con mirarlo.
Porque cuando el argumento es una amenaza la situación es siempre una coerción.