Tengo la sensación de que no somos conscientes de un montón de cosas que, sin embargo, nos rodean y nos modifican sin que tengamos capacidad alguna de evitarlo. Recuerdo las personas que han sido importantes en mi vida, los motivos por los que siguen siendo parte de ella o por los que hace tiempo que están fuera y me pregunto si yo he tenido algo que ver en ello. ¿He sido un gilipollas, un cabrón, un idiota? No tengo ni idea. Creo que no puedo saberlo. Eso mola un montón porque, de algún modo, te evita la responsabilidad. No eres responsable de lo que no eres capaz de tocar.
There’s a starman waiting in the sky
He’d like to come and meet us
But he thinks he’d blow our minds
Y, sin embargo, claro que eres capaz de tocarlo hasta cierto punto. Desde ese momento puedes sentirte egoísta, idiota, gilipollas, lo que sea, ya es cosa tuya. COSA TUYA. Pero no es del todo cierto. Explicar esto podría llevarme años porque no soy capaz de hacerlo en absoluto. Uno es lo que es, los demás son lo que son, y con el tiempo todo deja de ser tan sencillo como tener una conversación y pasar un buen rato, porque resulta que todo lo que hacemos CREA UNIVERSO. Uno artificial, por supuesto, pero es que todo lo es, qué no lo es, vivimos en él. Creamos un universo que deja de ser neutro, que se carga, que empieza a significar hasta tal punto que ya no es tan sencillo sentarse con un café o una cerveza y echarle un vistazo a lo que te rodea.
Tú eres tú y tu circunstancia, que más allá de una frase filosófica que puedes utilizar a conveniencia resulta ser un marco, un eje de ordenadas y abscisas, la esfera de posibilidad que restringe precisamente lo infinito de lo posible. Me gustaría tener una conversación neutra, una que no estuviera enmarcada en ningún universo en concreto, pero eso ya no puede suceder. Me gustaría recordar el momento en el que ese UNIVERSO nació y darle una pequeña colleja para que se deshiciera, para que no estorbara, pero, aunque yo fui parte de lo que lo creó, cuando nació empezó a definir lo que puedo alcanzar y lo que no. Eso hace que muchas conversaciones ya no sean posibles. No es que no quiera tenerlas, ni siquiera que la otra persona no quiera tenerlas, sino que no existen en esta zona. No es parte de las cosas que tienen la posibilidad de hacerlo en este universo que he/hemos creado.
There’s a starman waiting in the sky
He’s told us not to blow it
‘Cause he knows it’s all worthwhile
Lo que me está permitido y lo que no. Así de drástico. ¿Es posible sobrevolar ese universo, ir a otro? Eso sólo afecta al nuevo, en el anterior sigue rigiendo la entropía. Me gusta pensar que no es así, pero.
A cierto nivel lo único que existe es que mi padre y mi madre me tuvieron, que me sacaron al mundo y que en algún momento me moriré. Eso, en sí, dejaría abiertas todas las posibilidades. TODO UN MUNDO DE POSIBILIDADES.
Pero todo lo que me ha sucedido, todo lo que sigue sucediendo, todo lo que les ha sucedido a los demás trabaja activamente para establecer un nuevo marco que restringe ese infinito de opciones. Nuestra vida, desde que empieza, trabaja para disminuir la entropía del sistema.
La entropía, en un sistema cerrado y explicado de un modo superficial, es el cálculo de opciones posibles. Un sistema tiene más entropía cuantas más opciones, y de él se dice que tiene menos entropía cuantas menos opciones posibles quedan.
Una decisión, un resultado posible, reduce la entropía del sistema.
Un sistema sin entropía es uno estático, por propia definición: nada puede cambiar cuando no quedan opciones de cambio.
Cada una de las decisiones que tomamos reduce la entropía del sistema. Acota. Puede ser que fuéramos listos, genios, amables o que fuéramos gilipollas, cabrones, idiotas, lo mismo da. Ser responsable entonces no es lo mismo que serlo ahora, pero a efectos prácticos es lo mismo. Lo que fuimos redujo el campo de lo que podemos ser en las cosas que han sido.
Afortunadamente no vivimos en un sistema cerrado, siempre podemos abrir. Es maravilloso, pero eso no abre lo que ya está cerrado, lo que se agotó.
Tengo la sensación de que no somos conscientes de un montón de cosas que, sin embargo, nos rodean y nos modifican sin que tengamos capacidad alguna de evitarlo. Recuerdo las personas que han sido importantes en mi vida, los motivos por los que siguen siendo parte de ella o por los que hace tiempo que están fuera y me pregunto si yo he tenido algo que ver en ello. ¿He sido un gilipollas, un cabrón, un idiota? No tengo ni idea. Creo que no puedo saberlo. Eso mola un montón porque, de algún modo, te evita la responsabilidad. No eres responsable de lo que no eres capaz de tocar. Eso no elimina la percepción de que quizá, y sólo quizá, podrías haber jugado a saber demasiado o a no saber lo bastante y haber hecho las cosas de tal modo que burlar la entropía habría sido la opción menos lesiva. No la más inteligente, no la más tonta. Sólo la menos lesiva.
Ahí es donde se juega la cosa de la responsabilidad. No en lo que fue, no en lo que es, sino en las guerras que decidiste librar.
He told me
Let the children lose it
Let the children use it
Let all the children boogie