# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (760) | canciones (157) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (356) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (97) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.708) | atranques (1) |

retrospectiva actual

Y quién sabe qué, cuándo, cómo. Mañana es una especie de día definitivo en lo de la boca, pero desde hace cinco semanas cada viernes lo ha sido. El algoritmo 1 es que haber llegado hasta aquí no te da ninguna ventaja más que la de seguir jugando. Has superado un número importante de boses finales pero no has ganado ninguna experiencia que haga más fáciles las cosas. Como el juego de la bola y los agujeros no importa cuánto avances, si caes en algún momento el resultado es el mismo y vas al mismo sitio, lo hagas cuando y donde lo hagas. Puedes estar más o menos contento con todo lo que has avanzado, pero al final no es más que un asunto de orgullo gratuito: has caído. No has llegado. No lo has conseguido.

Aún así el hecho de que cada viernes haya un combate singular hace que todo sea de algún modo más conocido. No hace más sencilla la angustia, pero sí más cercana. Más cotidiana, menos imponente. Más de compartir cosas con ella.

Con tiempo y repeticiones uno se acostumbra a cualquier cosa.

El algoritmo 2 es no haber terminado, estar en proceso, que siempre es una ayuda. Mientras nada se haya ido a la mierda queda alguna opción de que no lo haga. Una vez que se ha ido ya lo ha hecho. Estoy harto de estar en el proceso, pero lo cierto es que mientras lo esté no ha fracasado. Mientras no haya terminado sigue siendo posible. Está a tiempo todavía de ser algo.

¿Podré llegar a echar de menos los días que no sabía cómo terminaría todo? Pues depende de como acabe la cosa. Pero, si acaba en mierda, es probable que recuerde con nostalgia y envidia aquellos días en los que nada había sucedido, todo a punto de suceder.

Esos días en los que podía decirme que todo iría a mejor y aún era posible.

mierdas que alegran

He encontrado un viejo destornillador eléctrico del montaje de alguna feria de Ifema —distraído seguramente al bucanero más grande de la Tortuga, así que tengo asegurados cien añetes de perdón—. Le he comprado cabezas en un chino. Cuando cambié el colchón aproveché para reforzar la viga del somier con dos laterales de la cama que quité cuando le corté las patas y guardé al lado de la puerta durante años. Hice los agujeros con un destornillador de mano, untando los tornillos bien de jabón y yendo con cuidado, pero aún así me reventé la palma de la derecha. No conseguí que las maderas quedarán lo suficiéntemente juntas porque no podía hacer la suficiente fuerza hacia abajo al mismo tiempo que atornillaba.

Pero hoy, hoy…

Ha sido orgásmico.

 

agujeros de gusano

No quedaban salidas.
Ni puertas ni ventanas
ni pequeñas vías de escape
ocultas detrás
de muebles que no se han movido en años.

Todo se había cristalizado.
Había dejado de ser plástico, de moverse,
de cambiar con los días, de abrirse
a nuevas formas de estar entre las cosas.

Yo me preguntaba cómo
había podido no darme cuenta de nada.

¿Dónde había estado yo mientras tanto?
¿En qué había estado metido para no reparar en ello?

Me preguntaba si habría algún modo de revertirlo,
de ablandar la estructura con
movimientos constantes y mecánicos
hasta volver el cuero blando,
los días elásticos.

Me preguntaba si había
olvidado algo o si era más drástico,
si había perdido la visión
del ojo que no reconoce lo que ve,
que averigua leyendo pistas
la realidad que se escribe
mientras se percibe.

Tenía hambre. Eso tendría
que bastar
como comienzo.

Era algo.