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recogido

La música tiene algo como tienen otros miles de cosas, te recoge. Por un momento estás dentro de algo más. La armonía, el ritmo, no sé qué es, pero cuando estás ahí dentro estás perfectamente integrado, cuando estás ahí dentro no es posible que sea de otro modo. Cuando termina te sientes abandonado (pero puedes volver a empezar, al menos).

Es un viaje, es dejarse llevar. Es dejar de nadar contracorriente, supongo. Aceptar ser y nada más.

domingo previo al festivo

He estado repasando las letras de solenoide, haciendo algunos cambios aquí y allí. Me gusta tener un amplificador al lado. Pensé que me iba a joder bastante, la verdad, por eso del ruido, pero es cuestión de saber cómo. La guitarra eléctrica me ha reconciliado con la guitarra. Mi acústica seguro que tiene el mastil mal después de 20 años y tocar ciertas cosas era complicado. Nada sonaba bien si iba más allá de los cinco primeros trastes. Hay campo de sobra ya solo ahí, pero.

Ahora, con la eléctrica, tengo justo la sensación contraria. Todo es fácil. Muchas cosas suenan bien. El miércoles me llega un libro de armonía. Siempre he estado en contra de eso. Lo que no sale solo no debería salir, o algo así. Pero, sin embargo, ahora… todo se ve distinto.

Hay un montón de emociones que pueden reflejarse con el sonido correcto. No sé si los pedales, no creo, no se si las pastillas, no creo, no sé si la ecualización de todo, aunque no creo demasiado. Sigo siendo el tipo de la acústica. Pero ahora, joer, puedo meterme en más fregados. He estado recuperando canciones antiguas, me destrozas, sísísísí, las horas son un puto disfraz, el hacha. Con la eléctrica se abren a muchas cosas. Tengo pendiente recuperar las letras del museo (hay meses creativos aquí guardados para volverse loco) y volverlas a grabar. Tengo pendiente volver a grabar todo eso. Lo que no es sino volver a sentir todo eso. Glub.

Eso pendiente porque ahora prima que hay un montón de temas rotísimos como regresar, laura fuma, going under, un lugar, el hombre bala. Un montón de temas que piden tiempo a gritos.

El caso es que no suenan tan mal los antiguos. No era mal compositor. El tipo que yo era hacía mucho más de lo que podía con lo que tenía a mano. Le doy las gracias al museo, sin él habría muchas cosas perdidas. Muchas cosas que ya no.

Ahora, muchas veces mientras he tocado cosas hoy he terminado llorando. Una cosa mixta entre dolor y alegría, pero llorando. Una cosa mixta entre qué bien y no jodas ahora.

El caso es que ser escritor de novelas me volvía loco, aunque sufría cada vez que me ponía. Ese caso. Y, sin embargo, componer es difícil pero no doloroso. Es muy difícil, pero no frustrante hasta el punto de escribir. Al final lo único importante en nuestro cerebro impulsivo y lo que sea es estar haciendo cosas que te mantienen vivo.

Y a veces, componiendo, algo conecta. Pasa también escribiendo, por supuesto, pero me cuesta más. A veces componiendo me conecto con algo. Con algo duro. No sé qué es, pero eso justifica todo. A veces componiendo me siento unido. A veces parece que hay cosas importantes dentro de todo lo que se desvanece. Cosas que parecen tener una solidez que no deberían. Esas cosas.