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exceso de información

Ella siempre me estaba preguntando lo mismo, obsesionada en sus rarezas. Siempre dispuesta a darle una luz al mundo para encender otro cabo y volverlo del revés, de un modo para ella más estético, más ordenado, o más loquesea de turno que tocase.

Me preguntaba cada día por qué al volver del curro me siento en el sofá y miro la pared, apurando una cerveza y fumando lentamente mientras me rasco la perilla. Sin hablar. Sin hacer nada. «Saludas, te sientas y empiezas tu fiesta, ¡y ya no me hablas más hasta la hora de cenar!»

Y es demasiado, según el día.

Han pasado muchas cosas y yo he estado en todas, precisamente porque era mi vida la que estaban proyectando en la lona de lo que sucede, de lo que me sucede. En mi vida no tengo jodido el sitio donde esconderme para perderla de vista. Tengo muchos cabos que atar o muchos puzzles que resolver, y no he empezado más que a buscar las fichas que sólo tienen tres lados encajables y otro liso, de frente, de frontera, de linde, de final de algo. Nada más, por ahí sigo. Por eso me siento. Cuando estuve en Canarias y conocí una tarde a un mendigo que me contó su vida… ¿qué significó? Es más, ¿qué significa ahora, qué razón tuvo?, ¿por qué recuerdo la vida del tipo, su barba, el hillillo blanco de baba que se asomaba por la comisura de su boca como si estuviera contemplando un paisaje sublime…?

¿Qué significa que yo recuerde eso, todo eso? ¿Qué importancia tiene? ¿Estoy permitiendo que se escape algo? ¿Era importante ese tipo en mi vida y yo no supe ubicarle? ¿Por qué recuerdo tanto?

Otra vez, está escrito en algún post de este blog, crucé un paso de peatones y una mujer en un coche se me quedó mirando como si yo fuera una aparición, quizá le recordaba a algo o a alguien. Me prometí recordarlo, y lo recuerdo. Pero no sé si importa. Yo decidí recordar. Pero al mendigo le recuerdo con la fuerza de lo evidente. Sin esfuerzo alguno. Me habló de la vida, por supuesto. De la suya. De lo que debía evitar y lo que no si fuera él. De la imposibilidad de que sus consejos me pudieran servir a mí para algo.

Y está ahí, de cuando en cuando, diciéndome algo que soy incapaz de escuchar.

¿Qué?

Pero claro, cuando te cuento todo esto me vuelves a decir que estoy loco y que como siga así voy a terminar encerrado.

Sería un alivio, más tiempo para ir trenzando los hilos, para ir percibiendo la forma del regalo que un orfebre me ha puesto delante sin contar con que soy tan bruto que no puedo entender su significado.

No lo sé. Recuerdo tardes de cervezas, mañanas de curro, días de regalos, de vacaciones, de baloncesto, de lectura, de estudio, con unos, con otros, con todos… y todo está ahí… ¿está para algo?, ¿qué significa todo eso?

¿Qué me está diciendo, que canción entona? Como esa tipa que no quiere dormir sola y abandona el garito sin que tú te enteres y tú te quedas sin ella sin que ella se entere de que se ha quedado sin ti, la realidad me elude, me esponja y me entumece, juega al despiste y gana. Me ha dado millones de puntos de información que deben conectar de algún modo porque todos ellos están sacados de la realidad en última instancia, pero no veo el hilo, no veo el algoritmo, no comprendo el diagrama…

Y salgo del curro, abro una cerveza, enciendo un cigarro, y contemplo el panorama, intentando que en algún momento todo encaje y pueda saber, de una vez por todas, por qué y para qué recuerdo lo que recuerdo, olvido lo que olvido y siento lo que estoy sintiendo.

Y ella, que siempre quiere dar una luz para encender otro cabo y hacer del mundo un lugar más digestivo, se tropieza conque no me entiende, no comprende qué quiero decir con tanto lugar común y situación atípica memorable, y es incapaz de darle el barniz suficiente al asunto como para que brille ante sus ojos con una apariencia nueva, más cercana, más ella, más de ella, más por ella. Por eso se cabrea. Estoy en un lugar en el que no puede cambiar las cortinas ni darle un aire nuevo ni volver suyo un asunto polimorfo.

No… aquí estoy solo, ella no tiene llave ni puerta por donde entrar.

Y eso es lo que no puede soportar, ese tipo de opacidad.

sencillez y evidencia

Lo complicado, siempre y en todo momento, es mantenerse vivo. Eso es lo que he sacado de la conversación con Buli y Mary Sister. Encontrar el modo de mantenerse vivo, de tener esa sensibilidad en la piel que te hace percibirlo todo constantemente y no dejar nada de lado.

Eso que te hace levantarte feliz por las mañanas: estar en ese estado.

Con los rescoldos de la última cerveza (dos dedos) y un cigarro que apareció por arte de magia y aún no me he atrevido a encender (si lo enciendo se acaba), me pregunto lo mismo de siempre, en dos formas:

1. ¿Qué desviación no he tomado, he dejado pasar? (esta es la más pesimista, no me gusta mucho).
2. ¿Qué desviación no estoy tomando? (la güena).

Vivir puede ser sencillo, no lo pongo en duda. Pero no es evidente. El camino a tomar no tiene neones anunciándolo. No. Cuesta verlo. Tienes que poder verlo. Y luego superar las mierdas con nombres de siempre: alquiler, ropa, luz, internet, comida… fantasmas. Cosas que te atan a un mundo de cosas que compraste libremente sólo para que terminaran atándote. En algún lugar está todo lo que quiero ser y de hecho soy, esperando. Esperando a ver la luz, o algo así. Sigue esperando. Todo el tiempo espera. Y mientras tanto yo hago otras cosas.

La vida es un mito, la felicidad una antesala, el vivir un hecho.

Mi propósito es reunirlo todo y darle forma, si puedo, para ver qué pasa. Dónde me coloca todo, a qué realidad alude, llama.

Mientras tanto, espera.

Sigue esperando.

Y yo me enciendo el cigarro, me acabo la cerveza. Y me quedo a solas con la noche que empieza.

Al menos, me susurro, todo lo que soy sigue en estado de espera. No se ha ido. Tiene paciencia.

La Disposición Final Segunda de la LES nos está negando el futuro

Hemos hecho llegar este mensaje a todos los diputados y diputadas:

Este martes 21 de septiembre de 2010, se acaba el plazo para que los grupos parlamentarios puedan aportar sus enmiendas a Ley de Economía Sostenible y, con ella, la Disposición Final Segunda (anteriormente Disposición Final Primera) o ‘Ley Sinde’ que ataca los derechos fundamentales en Internet en favor de lobbies industriales que no quieren reconvertirse. La misma disposición cuya retirada cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas han pedido de todas las formas.

Recordamos además que esta disposición se ha introducido de espaldas al propio parlamento: ha sido creada mientras una subcomisión parlamentaria estaba trabajando sobre la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual. La Disposición Final Segunda ha sido introducida en la Ley de Economía Sostenible sin escuchar las conclusiones de dicha subcomisión que propone una reforma en profundidad de la Ley de Propiedad Intelectual para encarar con seriedad y beneficio general los problemas generado por las innovaciones de la era digital. La Disposición Final Segunda tiene que caer también porque representa un desprecio a la labor de los diputados que son los reprentantes de los ciudadanos y ciudadanas de este país.

Queremos también recordar a los diputados que la ciudadanía pide que se desactive una ley que no ampara los derechos mínimos:

1 – No se puede concebir una ley que afecta a intereses particulares y no generales donde el juez no pueda entrar en el fondo del asunto, ofreciendo todas las garantías legales a los ciudadanos y emprendedores que están operando en Internet. Cerrar el acceso a un sitio web puede devastar la economía de un pequeño y mediano emprendedor. Los ciudadanos no debemos asumir la reconversión de las ‘majors’.

2 – No se deben mezclar asuntos del orden de la competencia desleal, como puede ser lucrarse del trabajo de otro sin que esto repercuta sobre este último, con la libertad de enlazar, citar y compartir, que son la esencia misma de Internet, una herramienta crucial para el futuro.

3 – Es inadmisible que se legisle en favor de un sector económico atrasado en su reconversión a expensas de los emprendedores que están ya implementando las oportunidad de la era digital. El Ministerio de Cultura no está a la altura del alcance del problema. Ha invertido un tercio de sus recursos en industrias culturales y ahora necesita una comisión nada imparcial para rentabilizar estos recursos, distorsionando el desarrollo normal de la economía cultural. Antes el ladrillo, ahora la copia. No reproduzcamos una burbuja de los contenidos de entretenimiento.

El respeto y la comprensión de las opciones que ofrece Internet son la salida de la crisis. La disposición final segunda de la LES nos está negando el futuro.

Comunicado de RedSOStenible. Si estás de acuerdo, copia y pega en tu blog o web.