# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (755) | canciones (156) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (353) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.701) | atranques (1) |

aquiescencias

Cuando la conocí aún no era puta, y aún tardaría bastante en serlo. Entonces acababa de terminar farmacia y había encontrado trabajo en un barrio de Madrid. El primer destello se produjo en el autobús, yo no encontraba pasta para el billete e intentaba explicarle al conductor que en el momento en el que encontrase la cartera se lo pagaba, pero el tipo no quería arrancar conmigo dentro y sin mi dinero. Ella se ofreció a pagármelo, y como después me pareció complicado alejarme sólo con un «gracias» me senté a su lado. Tenía una bonita sonrisa enmarcada en un cuerpo pequeño, delicado, grácil, aún muy temprano.

– Lo lamento, de verdad -mientras seguía buscando en mis bolsillos- te juro que la llevo encima.
– Por mí no te preocupes, déjalo, ya aparecerá.
– En el fondo no me preocupo por ti… sino por mí. Como haya perdido la cartera voy a tener que renovarlo todo, llamar a los bancos para cancelar tarjetas… no me atrae la idea de pasarme la tarde pegado al teléfono hablando con voces neutras.
– Bueno, al fin y al cabo, si no te quitan el dinero no es tan malo, ¿no?
– No, no lo es.

Seguimos hablando de tontunas un rato hasta que llegó mi parada, y yo todavía andaba persiguiendo mi cartera en un par de docenas de bolsillos repletos de estupideces. Le pedí el teléfono y le prometí devolverle el dinero en cuanto todo apareciera. Y me lo dio.

Al salir del autobús me llamaron a mí al teléfono, me había dejado la cartera en la oficina de la última reunión de la mañana.

Un par de días después quede con ella para tomar un café y pagarle el billete. Nos encontramos en medio de una plaza y entramos en la primera cafetería que vimos. Ella seguía siendo recoleta y preciosa y, yo seguramente, seguía siendo el mismo tarado de siempre. Pero le hice gracia. Cosas que pasan.

Años después seguíamos hablando por teléfono, y así me fui enterando de todo a plazos. Primero se casó. Después tuvo un par de críos. Después el tipo decidió separarse de ella por el método de largarse sin hacer ruido. Después la farmacia cerró. Después no encontró más trabajo. Después estuvo limpiando, bebiendo un poco, a escondidas de los críos. Después fue a una reunión de antiguos alumnos de su facultad. Allí se sinceró con una vieja amiga que no veía desde hacía años. La amiga le contó que ella trabajaba ahora de acompañante, y que vivía bastante bien. Le dio su tarjeta. Y la cogió.

Ahora estamos tomando café en la misma cafetería de hace tiempo. Ella me pone al día de las últimas novedades, y me cuenta que no le gusta su trabajo, que le parece detestable, pero que tiene que reconocer que vive bastante bien. Antes de que pueda preverlo empieza a llorar. Encuentro un pañuelo de papel, sin uso pero mugriento, dentro de uno de mis bolsillos y se lo tiendo. Lo acepta, se seca las lágrimas.

– Si todo es tan duro y tan difícil, ¿por qué sigues viviendo?
– Por los críos. Porque todo es tan extremadamente injusto que en algún momento tiene que darse la vuelta. Porque las demás opciones nunca me han dicho nada.

Un par de horas después nos despedimos. La veo deslizarse por la acera hacia arriba. Me quedo quieto un segundo. Pienso que quizá… yo podría poner la suerte a favor. Quizá yo podría hacerlo. Quizá sería capaz. Pero como dudo, me alejo. Ya tenemos todos bastantes problemas. Doy la vuelta, enciendo un cigarro con la colilla del anterior. Me refugió en el frío de Madrid para no salir fuera, para no mirar fuera. Rebuscar en el fango de mis neuronas esa frase que me ha retorcido entero. «Porque las demás opciones nunca me han dicho nada».

Demasiada razón en tan poco espacio.

territorio fungible, o no

Lo contrario de una verdad trivial es un error estúpido, pero lo contrario de una verdad profunda es siempre otra verdad profunda.
Niels Bohr

Como las cosas que siempre te dije y nunca quise decirte,
o las cosas que no te dije nunca aunque siempre desee hacerlo,

es más intensa la tristeza de cuando todo se rompe
que la felicidad de cuando nunca lo hace.

Le dimos un nombre, para darle cuerpo.
Para intentar simular que lo teníamos controlado,
que era algo nuestro, conocido.

Lo llamamos rutina.

El amor, que es una verdad profunda y una profunda mentira,
es de algún modo frágil.

Uno sistemáticamente piensa que el otro no podrá
vivir sin lo que fue nosotros.

Demuestra lo contrario y el amor está muerto.

El amor no es menos grande por ello.

El amor siempre sigue existiendo de algún
persistente modo.

Independientemente de lo que digamos.

proceso

dany
Referencia a un gran maestro de estos pequeños días.

Hacía mucho tiempo que no presenciaba el kombate. Hacía mucho tiempo que no formaba parte del kombate.

Siempre estuve cerca, no digo que no. Pero no tanto durante este tiempo.

En el kombate eres consciente de que tú mismo eres el único enemigo.

Y cargas.

Le (te) destrozas, le (te) silencias, le (te) dejas sordo ciego y mudo.

Detestas todo lo que has sido, porque no merece la pena.

Te desarbolas, te incluyes dentro de lo que no es. Te revientas.

Te maltratas, te haces daño, te castigas.

Sólo después del golpe contra el suelo puedes volver a mirarte amigablemente de nuevo.

Pero primero tienes que acabar contigo. Primero tienes que acabar del todo contigo mismo. Odiarte. Destrozarte. Reventarte. Sacarte el jugo para pisotearlo. Decirte adiós. De algún modo es así: decirte adios.

Destrozar algo hermoso: todo lo que eres. Lo que has sido. Lo que has amado.
Sobre todo lo que has amado.

No hay otro modo de empezar de cero sin adosar recuerdos en tus costados.

Lo que hagan los demás, lo que beban, está bien, no digo que no. Si te abrazan está bien, si te besan es mejor, si te tocan es ciertamente un tesoro. Acostarte con alguien no está mal en este momento, para rebajar el odio.
Pero esta es una guerra en la que estás solo, pese a todo.

Tremendamente solo.
No hay justificaciones, no hay pequeñas victorias, no hay cosas que salvar.
No hay bellos recuerdos.
No hay causalidad, no hay destino.
No hay líneas en ninguna parte. Nadie va a venir a salvarte.

Estás sólo.

Tienes cosas que decirte que no puedes decirte sobrio.
Es así.
Tienes que cantar hasta romperte la garganta, tocar hasta romperte los dedos.
Escribir hasta vomitar alcohol y las palabras que sobran,

que corren por tu garganta y se estrellan contra tu mirada borracha y perdida
que no se encuentra ni a sí misma
porque ahora mismo no hay nada que ver.
Tienes que arder y evitar cruzarte contigo,
no tienes que darte ni una sola señal de paz…
ni una sola prueba de amistad.

Está en tus manos detestarte.
Hacer un hueco donde antes estabas tú.
Después…
ya puedes mirar al suelo.

Empezar por tus pies.
Y seguir buscando arriba.
Hasta que seas capaz de verte.

Capaz de verte.

Seguramente no sea algo glorioso.
Ni puta falta que hace.
Eso que ves ahora eres tú.