No dejas de moverte. Lo veo en tus piernas.
Tus piernas que me miran.
Me gustaría decirlo en palabras, y decir
que tus piernas me molestan.
Que se empeñan en estar cuando lo
más normal, lo necesario,
sería que se fueran.
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No dejas de moverte. Lo veo en tus piernas.
Tus piernas que me miran.
Me gustaría decirlo en palabras, y decir
que tus piernas me molestan.
Que se empeñan en estar cuando lo
más normal, lo necesario,
sería que se fueran.
Estaban las horas que ya no estaban,
y estaba metido en medio el sonar de las cosas que ya no hablaban.
Me senté un segundo,
mirando al suelo,
corrompí un par de horas para nadie.
Y después de todo me vi
allí. Allí al fin y al cabo.
Hice un barrido en medio de ninguna parte.
Me senté un momento a descansar.
El cielo, azul, me miraba desafiante desde arriba.
La tierra más o menos desde el suelo.
Había dejado abajo los zapatos, el sueño,
las ganas de ser algo, la necesidad de
ser recordado.
Había venido con lo puesto.
No tenía ni idea de qué había venido a hacer aquí.