# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (759) | canciones (157) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (356) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.704) | atranques (1) |

Francisco Brines. Antología poética.

brines.jpg

Francisco Brines.
Antología Poética.

Alianza Editorial.
Selección y prólogo: José Olivio Jiménez.
Cubierta: Daniel Gil.

Libros de los poemas seleccionados:
Las brasas.
Materia narrativa inexacta.
Palabras a la oscuridad.
Aún no.
Insistencias en Luzbel.
Poemas excluidos.

Palabras aciagas.

Mirabas el mundo,
creías, era la fe. Fue la vida
el luminoso encuentro del espíritu con la verdad,
era lo mismo que la alegría de la carne.
Ibas ebrio, de ti mismo brotaba la fuente de la vida;
crecer era un rumor del aire, dijérase
que era turbar el tiempo,
y aprendiste a mirar la transparencia de la noche
y a tocar con los labios la luz,
cuando de ti brotó la negación primera.
Derribaste, a escondidas, las torres de Dios,
los muros de los hombres con menor esfuerzo. Fuiste
glorioso,
culminó allí tu vida.

Son ahora muy pocas las creencias,
y para enfrentarse a la ruindad vergonzosa del mundo
la llama de tu espíritu es mezquina,
y estás en la edad de los hombres.
¿Qué salvarás, si esa verdad tuya
-la que hará de ti un héroe, ayudada del azar,
o un traidor-
es a la vez amiga y enemiga?
No vuelvas la pesadumbre de tus ojos
a los demás; nadie podrá ayudarte
en esta hora de amargura.
Los hombres hoy sólo te ofrecen amor
como tú a ellos en otras ocasiones.

En la soledad has escrito estas palabras
y estás ardiendo:
húndelas en la oscuridad.

De Palabras a la oscuridad.

cercos vacíos

bano.jpg

Al salir del curro la imagen era deprimente. Estábamos todos allí, como idiotas, esperando el bus del curro. No puedo decir que hubiera tenido un buen día. Al final llegó y nos montamos, y la verdad es que el autobús es una mierda, y jode meterse dentro, porque uno se siente exactamente una mierda, aunque no tenga nada que ver. No era día de saludar, y mucho menos de conversar, así que me enfrasqué en Cortázar, con las rodillas apoyadas en el asiento delantero y el libro así, sobre ellas. Se bajó todo el mundo en la primera parada y me quedé con la becaria. Pero no era un buen día para hablar, así que seguí con el libro, escondiendo al mundo de mí. Al bajarnos le dije que íbamos en la misma dirección, porque yo iba al opencor. Con una sonrisa me dijo «qué, ¿a por cervezas?». No, más tarde de las diez no hay cervezas. Ya las tengo en casa. Entré a por una mierda de pizza y durante el camino no hacía más que luchar contra mis propias intuiciones, que me decían que Lele me iba a hacer una visita sorpresa. De ahí la pizza, las cervezas que compré esta mañana. Al mismo tiempo sabía positivamente que sería lo último que haría ella. Antes se haría niña de papá (bueno, eso ya lo ha hecho, tendré que buscar otra cosa). Vine medio corriendo, como un gilipollas.

Al entrar algo olía a podrido. Mucho. Se me olvidó por un momento lo de que en mi imaginación Lele estaba en el salón con las luces apagadas. Me fui al cubo de la basura.

Lo que me temía.

Una ensalada del sábado y los pedazos llenos de moho (esa pelusilla verde-blanquecina, se llame como se llame) que quité al filete del domingo. A la calle con ello.

Después me di cuenta de lo solitaria que es esta casa cuando no está ella, aunque tenga dentro a veinte personas vomitando-follando-bebiendo-riendo-bailando un sábado por la noche.

Abrí un litro, perpetré el crimen de meter una pizza en un microondas. Medio litro de cerveza y un par de piezas para niños de bartok después estoy un pelín menos enamorado. O más reforzado, no lo sé. Saco la pizza, me la como. Cuando termino me doy un poco de asco. Así que, como estaba escrito, salgo.

Llevo mucho tiempo sin salir solo. No sé a lo que me enfrento. Al principio lo hice mucho, pero nunca me gustó llegar a límites drásticos, y dejé de hacerlo. Fui a un garito casi al azar, porque no quería volver al baibén (llevo sin ir desde el uno de enero) y la estación es un pastelón y la noche del yazz en el cool fue ayer. No os dejéis engañar por el yazz, es uno de los garitos más cutres que conozco. Y de los que más me gustan.

Entré al garito y le pedí un litro al camarero. «Me acuerdo de ti. Tío, no he visto a nadie beber tanta cerveza en mi vida». «Bueno», estoy inspirado, «pues hoy me vas a ver batir mi propio record. Hoy sólo traigo un litro dentro». El camarero está por ahí, en la bitácora, creo que le hice una foto. Recuerdo esa vez, vine con Koldo. Es bueno tener memoria cuando es necesario. Si jamás hubiera vuelto y el no me hubiera dicho eso, nunca me habría acordado de esto. Memoria adaptativa, supongo.

Me sirve el litro y le miro. Me cae bien. No quiero hacer lo de siempre, así que le doy el billete de veinte euros que llevo.

«No, tío, no me traigas la vuelta, sírveme hasta que se agote».
Continúa leyendo > «cercos vacíos»

razonar es una apuesta

Claro, qué se puede esperar si la razón regala cochecitos para ellos y el maletín de la señorita pepis para ellas. Eso nos deja claro que la razón puede que sirva para algo, pero está jodidamente manipulada. Recojo de javi los sorprendentes argumentos de la beatificación de Sor Eusebia y mi yo irónico está que arde, leo el correo y me bajo a tomar un cafetín en cuanto pueda.
Temperatura: media.
Ganas: ninguna.
Melancolía: al cien por cien.