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colaterales

Me pregunto por qué no todo es tan sencillo como doblar una hora para hacer un par de medias horas.

Me sé de memorieta dónde están las cosas.

Eso no importa.

Es demasiado bestia.

No hacía falta matar bacterias con bombas atómicas.

De verdad.

Los efectos colaterales están siendo desproporcionados, para ambos.

Hubiera bastado con un pelín de lucidez.

un capullo

Un capullo, soy un verdadero capullo. Tanto meterme con Koldo, y al final me ha dado la solución para hoy (uno ya no cree en soluciones eternas o regularmente duraderas), sin darse cuenta. Y eso es lo mejor, porque lo hace todo más genial, porque convierte a Koldo en alguien más espectacular. No tiene ni idea. Ha sido la película, por supuesto. Pero Koldo no sabe hablar según qué cosas. El otro día, si recordáis, fue la guitarra. Hoy la película.

Lluvia en los zapatos.

En resumen (e importará luego), un tipo apellidado Bukowski (y llamado Víctor, pero es más curioso lo primero), actor, es una suerte de fracasadillo con relación estupenda, pero algo anquilosada después de seis años (koldo, kabrón, siempre tan kabrón), tiene un lío con una compañera de reparto y se lo cuenta a su novia anquilosada. La piba se pira y rehace su vida con un tipejo que conoce en un gimnasio. Ocho meses después Víctor está desesperado, va por las calles y las tiendas enseñando la foto de su ex, ella se va a casar al día siguiente con el tipejo… se emborracha… y en eso está cuando habla con una camarera, le cuenta su historia y lo peculiar que era («todos creemos que son peculiares», dice ella). Ella le da, cuando él se va, un paragüas jodido, porque está diluviando y algo es algo (también hay un pianista fumado, pero la pertenencia y relevancia de este personaje con la historia es borrosa, supongo que por estimular la sensación de extrañeza del espectador, no muy conseguido, hay que decir poco para crear misterio, pero no tan poco). Él se tira a sí mismo a un contenedor de basuras porque se piensa una basura y quiere ir a que le traten y le conviertan en abono. Pero los basureros son un trasunto extraño, españoles, un viejo quijote y un joven analfabeto. Le llevan al basurero, hacen un ritual extraño (o algo, en la peli es breve) le dan vueltas y vueltas y…

Víctor se despierta en la mañana en la que todo sucedió, cuando le contó la historia a la que iba a ser su flamante ex. En esta segunda parte él no dice nada y siguen juntos, pero anquilosados, ella conoce al mismo tipo aunque el pobre vic lo intenta evitar y, al final, le deja ella por el tipejo. Él vuelve al bar a buscar a la camarera que le dio el paragüas (me estoy liando) pero todavía no está (tendrán que pasar meses) y, sin embargo, conoce a Penélope Cruz convertida en escritora fracasadilla. Ella le tira los trastos pero él está concentrado en buscar a su camarera, para volver otra vez atrás. Pene le lleva a casa borracho después de ligotear con él en horario de trabajo (blasfema) y al día siguiente la despiden y entra la camarera del buen Bukowski. Ella no le recuerda y además está manteniendo una conversación idéntica con otro tipo. Vic deja el paragüas en la barra, se pira, pilla a la Pene y se la lleva de juerga hasta morir. La lleva a casa y la tira en la cama (cómo me recordaba a Lucía y el sexo esa escena, aunque no tenía nada que ver más allá de lo formal, de la situación coordinada en cosas), se pone a leer sus escritos, bla, bla, bla. Se enamoran y él decide trabajar en televisión y lo consigue (cosas de las películas). Le dan el premio al actor cómico del año. Y un helado de fresa con nata.

Mientras tanto la ex se ha hartado del pardillo que conoció en el gimnasio porque él está siempre trabajando y demás pamplinas. Vuelve a por Vic, va a verle a la entrega de premios. Hace que él salga justo cuando le nominan, la Pene sale detrás al rato y les ve cogiditos de la mano, teme lo peor… pero vic le dice algo así como «no quiero vivir en el pasado, sé dónde estoy, pero tengo que explicárselo». Recoge el premio un tarado amigo suyo (eso no es significante), y Vic el pobre le explica a su ex que aunque pudiera olvidarse de todo lo sucedido, no podría olvidarse de que ama a la Pene. La ex llora porque sabe que se ha equivocado (él también lo sabe, lo saben ambos, pero no se puede olvidar uno de las cosas ajenas que se entremeten en las relaciones quieras o no hasta hacerse palpablemente propias).

La ex sale llorando, un bedel le da un paragüas ajado porque está lloviendo a cantaros, se sienta en un banco del parque y aparecen los basureros…

Lo que, por supuesto, nos lleva a la realidad en la que ella no le deja por el tipejo del gimnasio (en principio) pero él le cuenta lo de la compañera de reparto, y otra vez a lo mismo, y otra vez de vuelta.

No he extraído ninguna moraleja, tendré que verla en un par de años. Lo curioso es que al irse koldo me he bajado a por tabaco con él. La verde estaba cerrada con camareros dentro y me han dejado entrar. Al salir he doblado la esquinilla del local y…

jejejjejejejjejeje…

basureros limpiando las calles.

He sentido vértigo (y ya sabemos lo que pienso de los vértigos).

Ha sido un momento de intensidad en las percepciones (y perfectamente previsible, soy consciente, a eso mismo me refiero, salí a ver basureros, diría Loli, con una razón apabullante).

Ah, capullo, cómo te entiendo en lo de la mística, la vida sin mística está llena de aristas y cantos duros y, si me apuras, de espinas. La mística es la poesía vital que alimenta el cerebro hasta hacerle reventar, que lo engrasa para que pueda dejar de rechinar.

El caso es que determinadas coincidencias (buscadas o no, posibilitadas o no) excentran la mirada, nos sacan del ojo la lente con cataratas de la rutina y nos permiten percibir cada momento como único (todos son únicos, si buscamos semejanzas es meramente por una cuestión de supervivencia evolutiva, el animal tiene que hacerse un territorio para no morir de puro miedo ante lo inesperado).

Ver la peli ya me puso de buen rollo (no tengo ni idea de por qué, debería haber sido más bien al contrario, pero me hacen tanta gracia los tópicos por los que todos deambulamos en un momento u otro…)

Pero lo de los basureros fue una ostia que me quitó de encima la perspectiva asimétrica y desenfocada de mi propia vida de solitario abandonado (aunque te rías, lele, y no te lo puedas creer porque me conoces muy bien, te juro que tengo que luchar con un complejo de inferioridad 8’2, escala Richter), para colocarme la de tipo peculiar al que le suceden cosas (ohhh, el reino volátil de la posibilidad… cómo cambian las cosas cuando uno siente que tiene posibilidades de moverse, de cualquier cosa), igualmente desenfocada, pero enormemente productiva y sanadora sin embargo.

En definitiva (y optando al premio del posteador más plasta por extenso) que de nuevo estoy reconciliado con el mundo, como en la última semana, que voy a tocar la quitarra aunque sea la una y a hacer una canción de amor de las buenas, de las que son celebración en vez de llanto. O a leer sobre el liberalismo económico (habermas vs rawls, en este caso) o, simplemente, a tumbarme en el sofá (incluso quizá en el palomar) a dormirme como un angelito terrible y mordaz.

Te lo dije en el coche, pero lo repito: gracias, Koldo, kabrón. Eres un tipo. Y eso ya sabes lo que significa cuando yo lo digo. (Y ahora rectifico, sabías perfectamente lo que hacías cuando la trajiste).

angustia

No importa lo que haga. Da igual pasar buenos momentos. Da igual componer algunas canciones, hacer algunos versos, pulir un par de relatos. No importa. Llega un día que te levantas, haces café, y de repente eres consciente de que no le sacas ningún sentido a todo esto.

Te metes en la ducha una hora, a dejar que el agua caliente te caiga en la cara. Después se vuelve fría. No merece el esfuerzo de salir, es una minucia. Al final sales, aterido, y te tumbas en el sofá a intentar digerir alguna película de mierda.

Estás triste, infinitamente triste, y aunque comprendes lo que está sucediendo no te gusta volver a ver cómo siempre puedes volver a caer. Porque, entre otras cosas, eso te demuestra que siempre existe la posibilidad de caer. Tocar algo de fondo, que debe ser que es alucinante. Por la persistencia. Miras el indicador del termo, hay agua caliente de nuevo. Y te metes en la ducha otra vez. Hasta que el agua… Lees a Yeats, tocas algo, dejas pasar la tarde porque sabes que todo esto pasará, que la tormenta de dolor y soledad y rabia y amor y desconocimiento y ternura y ambigüedad se irá en algún momento y podrás volver a coger tu vida por algún lado, colocar los muebles de tu cabeza otra vez, paso a paso, hasta la próxima tormenta. No he ido a comer con mis padres. En realidad no he hecho nada.

Ahora ha venido Koldo. Ha estado un ratillo y se ha ido a por una peli. Supongo que, fiel a su costumbre, llamará dentro de un rato diciendo que no puede por algún asunto macabro. O no. A lo mejor es peor todavía y vuelve con la peli, y me la trago, y la comento. O a lo mejor es peor todavía, y la película es terrible. No tengo ni idea.

Sólo sé que hay veces que el vacío es inmenso.

Te pasas la tarde temiendo que suene el teléfono, no quieres hablar con nadie, no quieres ver a nadie, no quieres estar con nadie, no quieres amargar a nadie, no quieres joder a nadie, no quieres hacer que nadie te soporte. Y todo este dolor pasará, como ha pasado otras veces. Es lo único a lo que puedes aferrarte.

En la ducha te retorcías de angustia. La angustia domina. La angustia es una sensación que no racionalizo bien, no sé por dónde cogerla. Me coge ella a mí, más bien. Inexplicable, ininteligible. Mi situación hoy no es distinta a la de ayer, y sin embargo ayer toqué la guitarra como un poseso cantando con rosa, miguelón y roy y no sentía angustia ninguna. No dolor. Sobre todo angustia. Mis frases también se retuercen.

No pueden ser indiferentes al resto del cuerpo.

La angustia me parte en dos, destroza mi columna vertebral. No hay conciencia con la angustia, sólo angustia en estado puro. Ni siquiera recuerdo cosas que echo de menos, o emotividades pasadas, sólo angustia. Ni siquiera sé lo que quiero, o lo que no tengo, o lo que me está rompiendo, sólo angustia. Dolor en estado puro, también. Menor, pero también.

A la tercera ducha me di cuenta de que tenía que hacer café, porque eso es lo que hacían en las películas del oeste cuando había un parto especialmente largo, o una extracción de bala dificultosa. Siempre estoy jugando. Tomé bastante café. Estoy sin tabaco. Evidentemente, no puedo bajar a comprar más. La angustia.

Vacío existencial. Joder, sé que voy, sé que estoy yendo. Pero, por amor de dios o de quien coño sea, ¿hacia dónde?

Exorcizaba ese demonio que llevo dentro.

Y las risas y los silencios y los días y la intensidad y la transpersonalidad y los encuentros diminutos en atmósferas protegidas y recalculadas a tal efecto y las noches y las lecturas y todo lo que me sale de la cabeza y la guitarra y el curro y la facultad y los abrazos y los amigos de verdad y todo lo que no sé decir, todo eso, sí, pero

¿qué?

(Añadido:
sé perfectamente que ahora mismo daría más de media vida por un abrazo de los buenos, bueno, ya pasará, en eso ahora ya tengo el grado de maestro).