# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (759) | canciones (157) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (356) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.704) | atranques (1) |

a bum bum

Mis ojos eran lo único que sabía exactamente dónde estaba.

No sabía nada, juro que no sabía nada, que andaba buscando en medio de todo una lucidez que se me escapaba… qué te iba a decir a ti, que estabas en medio de ninguna parte, buscando en el fondo del vaso una verdad que no había sabido llegar a la superficie, la muy cabrona… no tengo respuestas, qué joder, no las tengo. Tus ojos claros sobre la realidad opaca, tus ojos claros sobre una verdad efímera que no cubre ni salva a nadie…

(Tienes que limpiar la casa, ¿para qué? pues no sé, para gente como yo, por ejemplo, entonces no significa nada, no significa nada si es sólo limpieza, pero es que así no se puede, pues que no se pueda, pues me quedo esta noche, pero no mañana, pues que así sea).

No podía encontrarte en medio de tanto destrozo, porque el destrozo era tu cuerpo y tu cara y todo lo que estaba dentro, incluida tú.

El día que pueda, buscaré tu nombre.

Si es tarde, ya me lo dirás entonces.

(Tus ojos claros sobre la verdad opaca, tus preciosos eternos incombustibles significantes ojos claros sobre esta verdad opaca que me rodea y me expresa cuando ni rodea ni expresa nada).

tan tarde

Estaba, estaba, estaba pensando en cómo terminar esto. Me estaba dando cuenta de que tanta construcción no es buena pero no deja de ser buena. Andaba liado con zilgu, mentalmente, mientras estaba fuera. Estaba seguramente borracho mientras me decía que el sentido del humor empieza con y por uno mismo. Recordando todas las mujeres que compusieron mi vida. Compuesta de mujeres, madres, hermanas, amigas, parejas. Todos los coños. Sonrosados, más o menos peludos. Duele porque el querer es dolerse a veces. Cómo explicarle a esa mujer que yo ya estoy escrito. Cómo hacerlo con palabras. Con miradas no me sale. Tengo la casa limpia, pero no es suficiente. No tengo la carcasa limpia, no la tengo. Te juro, y sangro mientras juro, que no la tengo. Vete a tu casa. Lo siento. Déjame tranquilo con el culo en un bolardo. No es tan sencillo. Me gustaría que lo fuera. No soy lo suficientemente justo para poder salvarte. No soy lo suficientemente grande para poder salvarte. Cojones. El mundo se escribe solo. Nosotros estamos. Simplemente estamos.

Si es por razón la he tenido siempre, o al menos siempre que recuerdo. Nunca me ha servido de nada. He visto estos caminos, los he recorrido. No contigo. Pero los he recorrdo. Recorrer para nada apesta. Si aún lo quieres aquí está mi casa. Estaremos juntos.

No, no lo estaremos.

Pero puedes venir.

Y así, lo que siempre tuvo sentido, dejará de tenerlo. Puta basura, putas cosas. Me gusta ducharme solo, lo siento. Demasiadas veces me duché con gente. Ahora no puedo soportarlo, putas cosas. Déjame en paz. Un «nos vemos» es lo mejor que puedo darte.

Mi marca de calidad.

De calidez.

Vístete, que eso es todo.

Esta casa es siempre tu casa, mientras sepas decir «amigo».

Mañana por la mañana no sabré decírtelo, mientras cojo las llaves.

Querré hacerlo, pero no tendré ni puta idea de cómo hacerlo.

Será tarde.

PS: escribo estas yagas mientras sigues en la ducha. Claro, no vendo por ahí perdiendo.org, no lo publico como mío. Estoy a duras penas mirando el monitor porque se me comba, a duras penas porque estoy drunk, mientras frotas y limpias y yo me pregunto si roncaré hoy, today, esta noche o como sea. Ese es el quid de toda la quiddidad misma. Pero al final no hay preguntas, y si las hay no se formulan.

Y si las hay no se formulan.

Se formulan a solas.

Puta vida.

para esto

No, no, no, no, nunca sabes. Nunca estás demasiado cerca. Olisqueas, das un rodeo, piensas en las cosas que han sucedido, pero nunca estás demasiado cerca. Recompones tus pedazos en un solar inventado en el que puedes recrear escenarios.

Tomas la mano de quien te dio de comer y no es suficiente. Te disculpas con un «gracias» medio destemplado, abres una cerveza, te acuestas, enciendes el ventilador. La vida es una ostia en la cara, en medio de la cara, un golpe brusco hacia atrás que duele de pronto, de repente. Todos los warning dicen dolor y comprendes que es porque jamás te has preguntado demasiado: te has pasado el tiempo mirando y reaccionando según las cosas iban viniendo. Hasta ahí comprendes, hasta ahí puedes leer. Y si has hecho bien o mal no es una pregunta comprensible, porque jamás te tomaste la molestia de tomarte en cuenta y, por lo tanto, no tienes datos suficientes.

«Has incendiado tus libros
en la quietud del amanecer
y hay un gozo nuevo en tu mirada:
comienzas el regreso a casa.»

Decía Carlos Martín. Y yo estoy de acuerdo, Pero qué casa. Pero qué idea tienes sobre ello. Pero a dónde vas, dónde te esperan, dónde vas a encontrarte.

Amigo mío, la lección final es que no hay casa. Te desprendiste de las hojas, pero no hay corazón, no existe centro. Hay que inventarlo. Me dejaron en mi portal hoy y me fui de bares porque era temprano. Había gente supurando vida y careciendo de autoconsciencia. No es un problema, porque nunca lo es. El bar estaba repleto. De gente. Supurando vida. Es fácil. Supurando vida. Me tomé unas cervezas con ellos. Después no. Después no pude. Después era tarde. Me di cuenta.

Se acabó el juego. Tremendo. Se acabo el invento. Llegué a casa, me enfundé un litro, miré al suelo. Todo lo que fue promesa no dejó de serlo, pero sí aquí.

Las sábanas no tenían respuestas, como nunca las tuvieron. Tontas, mudas. La noche se cierra cuando amanece. El día se abre. Tomo mis propias palabras y me digo que así es porque está escrito. Mientras tanto, las sábanas me dan la mano y enjuagan futiles e imposibles lágrimas en esto:

calor, ventilador, cigarro, humo, cerveza, desaparecer. Total para qué. Total para esto.