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vacaciones

Esta última semana he estado jugando a juegos darkest dungeon rimworld viendo jugar a loop hero (lo compraré ya) caminando intentando mejorar el sueño profundo (y consiguiéndolo!) leyendo shogun viendo shogun (la de R. Chamberlain, qué pelazo) he quedado con la family nos hemos visto hemos comido juntos en un parque. A veces es como que la ansiedad de hacer algo de ser algo de llegar a algo de cambiar algo se toma como un descanso y puedo estar una semana o dos viviendo sin más, entrando saliendo limpiando caminando comiendo currando leyendo viendo series tranquilamente sentado sin ese zum zum en la cabeza constante que me dice que algo NO está sucediendo (lo dice gritando) que algo estoy dejando pasar que me estoy perdiendo algo que estoy derrochando algo que no regresa nunca. Y joer es fenomenal que pare el zumbido aunque sólo sea por un rato, mucho más uno tan largo.

el deseo de repetir

Recuerdo algo de un libro de Kundera, no sé de cuál de ellos. Tendría que volver a leerlos pero me preocupa hacerlo y que no. No sé. El caso es que un tipo tenía un perro y ambos iban cada mañana a una pastelería a comprar unos bollos y después, ya en casa, jugaban a que el tipo le quería quitar el suyo al perro. Eso hacía al animal muy feliz. Kundera decía que el ser humano no puede ser feliz porque la felicidad es el deseo de repetir y el humano cuando repite se aburre. El perro sí puede ser feliz.

Hablaban en radio 1 de que hay gente que menosprecia a los contenedores y habla de chiquilladas y que hay un estado de excepcion no sé dónde (sí lo sé), como si les parecieran caros unos contenedores en comparación con todo lo que retienen y roban. Si los que protestan se conforman con un par de cacharros de plástico tenéis suerte. No puedes mantener indefinidamente a la gente en la pobreza, la precariedad y la falta de esperanza en el futuro sin que en algún momento tengas o bien que repartir parte de lo que robas o bien sacar a la calle a esa gente a la que encargas el monopolio de pegar ostias. Supongo que a algunos os resulta desagradable que la gente haga algo de ruido mientras se muere en vez de hacerlo educadamente, en silencio y fuera de la vista.

Me acordaba de Kundera esta mañana porque estaba yendo al chino a por una cocacola, pan y fiambre. Podría comprar por las tardes más barato en el super. Podría comprar allí, de paso, algo que no fuera prácticamente mierda. Pero está esa cosa de cada mañana levantarme, ducharme, coger el coche, tirar la basura, dar un paseo y entrar por la puerta, saludar al tipo de dentro que dice "¡hola, amico!", coger mis cosas con la sensación primigenia de haber cazado un mamut y volver a casa. Me hace tan feliz, me hace sentir tan a gusto, que no sé cómo podría pasar el resto sin eso.

el proletariado ha muerto, ¡viva el proletariado!

El "si quieres puedes" no es más que el acceso directo a "sálvese quien pueda".

Lo que se suele olvidar en los modelos freemium, aquellos en los que cierto contenido es gratuito pero para acceder a otros necesitas pagar, es que para que funcionen la gente tiene que tener pasta disponible. Recuerdo el mito de la industria cultural según el cual estaban dejando de perder todo el dinero de cada una de las descargas p2p, sin considerar ni medio minuto que quizá si hubiera que pagar por ello la gente, simplemente, no tendría el dinero suficiente para hacerlo. Cuando puede cada cual elige, pero si no hay pasta suficiente hay que atender a prioridades. El caso es que el ser humano reifica el mundo en la cultura y se nutre de ella, restringir el acceso puede parecer tonto (¿quién va a ser discriminado por no haber visto Harry Poter?) pero no lo es. Restringir el acceso a la cultura es excluyente y excluye. Crea guetos y se encarga de mantenerlos en el tiempo y las generaciones.

Para mí los modelos freemium siempre han sido el estado final de la charca, cuando hay demasiada poca agua para tanto pez. La mayoría de la gente no tiene el dinero para pagar por lo que necesita y se ofrecen alternativas gratuitas que compiten entre sí por las migajas premium, por los restos exiguos que la gente todavía tiene. En un mundo ideal en el que todos tuviésemos las necesidades cubiertas podría ser quizá (con un quizá con muchas dudas) un modelo eficaz para destinar recursos a lo que la mayoría de la gente considera que lo merece, pero en un mundo en el que los salarios cada vez son más de risa y los servicios públicos son cada vez más insuficientes lo freemium no es más que una vuelta más en la tortura refinada del "si quieres puedes" y una forma de exclusión social muy eficaz. Lo freemium no es tanto la posibilidad de acceder como la restricción de hacerlo a aquel que no se lo puede permitir.

Formas vestidas de modernidad y avance que hacen lo de siempre de un modo más aparente: discriminar a unos frente a otros. Mantener a cada uno en su sitio.

El freemium es, además, la excusa perfecta que limpia conciencias: te da cierto acceso en los productos como servicio, esos en los que no pagas por tener sino por utilizar. Mientras tienes la suerte de disponer de los ingresos suficientes cuidamos de ti, pero en el momento en el que los pierdes ya no tienes nada más que el freemium, y da gracias mil.

Puedes haber pagado tu seguro de hogar durante 20 años, pero si éste no pudiste y justo éste se inundó tu casa… mala suerte. Es el mercado, amigo, tus 20 años de pagos ya son míos y no tuyos.

Es una especie de avance retorcido sobre la propiedad de los medios de producción: eres lo que te pago por producir, pero no puedes hacerlo sin mí. En tu tiempo libre no tienes un coche, tienes un renting, no tienes una vivienda, tienes una hipoteca o un alquiler, no tienes música, tienes spotify, tú no eres dueño de nada más de lo que yo te permito utilizar a cambio de una cuota y siempre bajo mis términos y condiciones. Para dulcificar el asunto de la pobreza queda el consuelo de lo freemium cuando dejas de ser capaz de reunir la pasta. ¿Sanidad, educación, justicia freemium? Conceptualmente… ¿que puede evitarlo en la situación actual de asunciones?

Sí, lo freemium es la cara amable que esconde la desposesión brutal de todo para el común de los mortales, los proletarios —aquellos que sólo son dueños de su prole— de siempre en el rollo de siempre ahora más que nunca: antes tenías un martillo, ahora lo alquilas. Siempre te queda la opción gratuita de usar uno de plástico (*uso sujeto a los términos y condiciones que aceptaste cuando empezaste a leer esta entrada).