Se acerca mi cumpleaños y me ronda la cabeza un documento de buenos propósitos. Parece que no sirven para mucho, pero algo sacas. De uno de ellos, por ejemplo, esto de andar al menos una hora cada día. De otro de ellos pagar a un tipo para que me arrancara todos los dientes de la cara con unos alicates y me taladrase el hueso de la mandíbula con implantes de titanio.

No sirven para nada, el esfuerzo que tienes que hacer después día a día para llevar su contenido a cabo es el mismo, pero… están escritos, y eso tiene algo, una pequeña fuerza, una cadencia, un cierto ritmo. No ayudan a llevarlos a cabo pero hacen que los propósitos ya existan un poquito.

No soy de suscripciones por que lo freemium es la hoja de una navaja que ya está cortando, pero ayer me dió por hacer compra de cercanía en internet y acabé metiéndome en ivoox y filmin. Porque a veces te agotas y te tumbas en la cama y te rindes y susurras no puedo más, decidme lo que tengo que ver, decidme lo que tengo que escuchar. Y si tiene que ser, al menos la esperanza de que los impuestos se queden cerca.

En filmin empecé un documental de la vida de Umbral y no podía evitar confundirlo constantemente con Llamadme Claudia de Venga Monjas. No sabía si estaba viendo uno u otro, como en un sueño. La lotería de ser y hacer y resultar y ser convertido en algo que no eres pero puedes representar, saber coger esa ola si te llega y hacer de ella tu forma de eludir la necesidad. Que juego tan cabrón y tan maravilloso, entiendo, si te ves metido en él, y qué equilibrio y qué tensión y qué vértigo y qué hartazgo.

Salir de dentro entrar fuera dejar de pensar constantemente qué es lo que he hecho para terminar no haciendo nada. Hoy trabajo desde casa entra luz por la ventana he cocinado cosas huele a calle aunque hace frío. El sol pica en la frente.