Envidiando, sinceramente, a todos aquellos para los cuales ser es cuestión de estar. ¿De qué se trata, si no, todo esto? Aventar la paja de la razón que no llega, de la razón que se escabulle entre los dedos cuando más la necesitarías si estuvieras dispuesto. Andrés, el personaje de Cortázar, es consciente, y busca el agujero (real y metafórico, o literal y figurativo), lo busca y quiere saber si todo seguirá y será posible integrarse de nuevo en la mañana en el pan, la carne, el ajo y el pescado. De todos modos se me escamotea la necesidad de andar todo el tiempo psicoanalizando la realidad, o esto que llamamos realidad, o que llamo realidad, cuando la realidad misma no nos ha pedido nada porque ser es cuestión de estar, pregúntale al zorro o a la mofeta en qué piensan y te darás cuenta inmediatamente. Y dando tumbos o palos de ciego y remendando en las estructuras sociales, linguísticas, oficinísticas, baretísticas y findemanísticas y entresemanísticas y lucianescas y soporíferas del estar en su plenitud vital y casuística. Remendando y percibiendo que todo es mentira y que no lo tomamos como tal, sino como algo más, como si nos hiciera falta alguna inmanencia (que así es), alguna determinación mucho más alla de lo circunstancial. Se toman las decisiones o las decisiones te toman a ti, pende del caso. No es necesario tanto decidir porque, al final, siempre terminan decidiendo por nosotros. Otros o las cosas, o los hechos (fríos) o los contratos las facturas los conatos de superación el desarrollo y la evolución positiva de la dimensión humana o una mujer o un amigo o el jefe o la jefa de turno en sus turnos.
No sé si tengo mala (o buena) suerte, pero todo el mundo a mi alrededor está como preocupado, severamente implicados en el proceso de, racionalmente, concederse un lugar en el mundo, un nicho ecológico, un espacio. Y, sinceramente, me preocupa tanto psicoanálisis, tanto miedo y pavor y tanto horror, tanto dolor e indecisión y tanta duda existencial para nada cartesiana en esencia y para todo cartesiana en los intentos de resolución, tanta pregunta sin respuesta seguida de respuestas sin pregunta. Vete tú a saber si es el momento, la época o la edad (que bien lo dudo, porque hay representantes en todas las gamas de la última), pero me preocupa, porque bienaventurados aquellos para los cuales ser es cuestión de estar, se resume y se define en el estar, se concreta y se dibuja en el estar, se contiene y se explica en el estar mismo.
En la parte del sueño que Andrés no recordaba, en la conversación con el cubano, este le dice despierta.