Hoy estábamos viendo a la mary y su brazo roto y nos hemos acercado a tomar algo a la plaza del pueblo. Se hace raro simplemente estar ahí, pero se sentía bien. Ver gente, oler la noche, echar unas risas tontas compartiendo la mesa. Me he desacostumbrado de un montón de cosas, la verdad. Tanto que ahora no puedo evitar una cierta sensación de transgresión al volver a ellas.
Ahora he vuelto a las canciones antiguas. No puedo tocar a estas horas, pero estoy familiarizándome con las que no recuerdo. A veces hacía cosas muy tontas, a veces muy extrañas. Quizá si hubiera tenido algo más de confianza, no sé. Quizá si hubiera sido todo más sencillo, de una cosa a la otra sin transiciones traumáticas. Si no se hubiera roto todo en mil pedazos y no me hubiera distraído con otras cosas. Pero es un poco una tontería pensar así, o quizá lo es del todo. Quizá si no le hubiera dado demasiada importancia a nada de todo aquello. Si después con el rollo de mudarme al quinto pino y los dientes caducos no me hubiera metido cada vez más y más hacia dentro.
Ahora me parece todo más difícil y extraño. Cómo aprender todo eso para que fluya. Entiendo que es practicando, claro, ¿pero cuánto? Es la cuestión de los imposibles. Con la acústica y una casa de paredes tan finas practicar estaba fuera del cuadro, así que ni lo consideraba. Ahora con la eléctrica es todo más sencillo, pero aún así pasarán meses, quizá años. Subirse a un escenario para qué. A cantar cosas que qué. A tocar cosas que de cuándo. O de ahora, pero qué. No tengo muy claro lo que quiero decir. No sé si es que no me gustan las canciones, pero sí lo hacen. No sé si quiero decir que no me parecen lo suficientemente buenas, pero según la que sea sí me lo parece. No sé si quiero decir que ya es tarde y sólo puedo tumbarme a terminar de marchitarme, pero sé que no es eso.
Quizá es que no sé qué tengo que aportarle yo a nadie, que tengo yo ya que mostrarle a quién. No lo sé, no puedo saberlo, y además ahora estoy centrado en otra cosa. En sacar esas canciones. Hoy en un rato saqué cinco, las caras del despertar, dársena 48, ritual, vivo y mirándome. Para sólo haber tenido un par de horas libres en todo el día me parece más que suficiente, contando con que no tenía letra de ninguna y ninguna estaba afinada en La. Ninguna de ellas estaba tampoco en este museo, se me hace raro. En eso me centro ahora. Después tendría que ser en ensayarlas y regrabarlas. Son un montón. Me va a llevar tiempo.
Muchas de las canciones que hice en su día no las toqué más que mientras las compuse y al grabarlas. Después las meti en el museo (con suerte), almacené la grabación (no sé si de todas, claro), perdí la hoja con la letra y los acordes y no volví a tocarlas nunca. Estos días estoy haciendo más o menos lo mismo, excepto que ahora escribo los acordes y la letra, las cosas raras que puedan tener, para hacerme la taréa más fácil en el futuro. ¿En qué futuro? Pues ahí está la cosa. En qué futuro.
Pero siempre está bien tener una tarea. Una que disfrutas más aún. Porque las puertas.
El caso es que hay puertas que sólo se abren si antes has abierto otras. En eso estoy ahora, en poner las condiciones de posibilidad para cosas que tendrán que suceder en otro momento. O que no lo harán, no puedo saberlo. No sé si esas puertas van abrirse algún día, pero sí sé que sin abrir esta no podrán hacerlo nunca.
Y en eso estoy. En eso voy estando, con altibajos. Me engaño y no lo hago susurrándome que cada minuto que paso con la guitarra es un paso más para integrarla en mí, y quiero mucho que lo haga. Que tocar también ayuda a la recuperación del dedo. Y lo de las puertas. Sobre todo lo de las puertas, pero me lo digo muy bajito por si acaso. Porque todo llegará o no lo hará, pero mientras tanto hay que seguir viviendo (porque no hay que darle ninguna importancia a nada de todo esto, todo es sencillo y va de un punto al siguiente sin transiciones traumáticas, la música fluye como un río en el que te has metido a bañarte y no hay que hacer nada más que estar ahí dentro flotando mecido por la corriente).