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take off that dress for me

micah p hinson


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Sweetness, You can come home with me
Against all hope and sense of decency
Sweetness, take off that dress for me
Against all hope and sense of dignity

And the world spins ‘round and i don’t care any more

Oh sweetness, you can fall in love with me
Against all hope and sense of dignity
My sweetness, you can come be by my side
Against all hope and sense of human pride

And the world spins ‘round and i don’t care any more
And the world spins ‘round and i don’t care any more

expectorantes

Ayer, en el Ojo Crítico, el presentador volvió a sacar el tema Obrador-LLosa, preguntándole al presidente de la Real Academia de la Lengua Mejicana si se sintió incómodo durante el discurso del Vargas, acompañándolo de la risa habitual cazallero-disneática que le da un aire de malo secundario de película. El presidente dijo que sí —aunque no especificó en concreto el porqué, lo que me dejó dudando del orígen de la incomodidad—, contó una curiosa teoría acerca de cómo en Méjico se idolatra al indio arquetípico pero se maltrata al indio real, al igual que, según él, en el resto de Sudamérica, y añadió dos argumentos que al menos responden al tema, a diferencia de los del caro amigo Vargas: dijo que los reyes de entonces eran austrias y no borbones (aprobado raspado, entiendo que la idea de Obrador es que sean ahora la cabeza del estado y no que estuvieran entonces por allí o no) y que después de 500 años todo debería estar más que superado.

No son crema, pero al menos responden al tema sin necesidad de meterse con nadie. Qué diferencia con nuestro pequeño vengador nobel-sobradillo.

Después entrevistó a alguien, el recuerdo se me nubla porque la cabeza al caminar se centra en lo que está haciendo el resto del cuerpo (¿fue Sergio Ramírez?), que dijo que el avance del desarrollo de la tecnología es exponencial, no matemático (sic). Acabáramos.

18000 pasos. Eso más el curro sólo dejó el tiempo restante suficiente como para aburrirme como una mona con el primer capítulo de The First. Sean Penn es un madurote cachas entregado con perro y casoplón —pero cutre, con tienda de tatuajes debajo, el tipo es humilde, ojo, pero apañao— que, después de correr descamisado, un chorrón de horas consolando a las familias de los astronautas muertos en el despegue a Marte y una discusión con su ex, la jefa sin corazón del cotarro, llega a casa y le hace la cena a su hija drogadicta que ha aparecido por allí en su errático vagabundeo autodestructivo. Cuando finalmente se mete en su dormitorio reprime gritos en unos gestitos simpáticos, que es lo único que manifiesta después de toda esa mierda, porque es un tipo de los que se sobreponen, y cuando se despeja mira Marte en el firmamento. El capítulo termina ahí, así que no podemos saber si después se derrumba catatónico o se pone a leer a Dostoievsky o a hacer unas tanditas de abdominales. Yeah. Soporífero, excesivo, artificial, tontolabesco.

Terminé en la bañera Amanecer y empecé Ritos de madurez. Todavía no sé qué pensar, pero mucho mejor que Radch, Aniquilación, Transcrepúscular y otros mandanguismos. Ya veremos.

Escuché preocupado un especial sobre la formación profesional, en él hablaban de la empleabilidad y de consultar a los sectores profesionales para ajustar la formación a sus necesidades. Piezas de un mecano. Si los empresarios necesitan darle formación a sus trabajadores, ¿por qué tiene que pagársela toda la sociedad en su conjunto? ¿No sería mejor formar como personas y después lo demás? Supongo que no. Es inútil. Es tarde.

Es hora de remar.

Imperial Radch

Supongo que eso de un primer libro conclusivo (al menos hasta cierto punto) más otros dos que son como uno solo partido por la mitad es algo así como una mecánica, porque lo he visto en varias lecturas. Ahora mismo, que recuerde, en la cosa esa de Aniquilación y en la cosa esa peor de La quinta ola. En todos ellos el primer libro me atrapó y me contó cosas interesantes al oído, y los dos siguientes me aburrieron hasta encontrar repentinamente estimulante limpiar la parte trasera de la taza del váter ahora mismo.

No sé quién es Anne Leckie. He leído desde que fue teleoperadora hasta que era una madre aburrida que se puso a escribir tras haber sido una fan de la ciencia ficción toda su vida. No sé qué hay de cierto en cualquier cosa y no es relevante (aunque me pica la curiosidad), así que dejemos ese tema en paz. Hala, al siguiente punto.

[Spoilers]

En la trilogía Imperial Radch, compuesta por las novelas Justicia Auxiliar, Espada Auxiliar y Misericordia Auxiliar, todas ellas un tipo de nave en el Imperio Radch que lleva expandiéndose tres mil años bajo las órdenes de Alexander Minaii, omnipresente gracias a una multitud de cuerpos clonados en los que vive simultaneamente. El nucleo del imperio es una esfera de Dyson en el que poca gente ha entrado. Las naves son IA que me recuerdan mucho a las de la serie de La Cultura de Iain Banks, pero estas están programadas para no actuar libremente. Hace tiempo utilizaban cuerpos humanos para colonizarlos mentalmente a modo de extensiones de sí mismas, auxiliares, avatares, últimamente llevan tripulaciones humanas independientes.

La primera novela tiene una presentación curiosa, con saltos a dos puntos de la historia que están muy relacionados pero lejanos en el tiempo. El primero cuanta cómo la nave Justicia de Toren ayudaba a su teniente en el proceso final de anexión de una civilización, cómo descubren una pequeña rebelión, como aparece un Minaii y como este ordena eliminar la parte rebelada, a la teniente por no estar de acuerdo, y a la propia Justicia por dispararle tras verse obligada a disparar a la teniente. Sólo sobrevive una auxiliar de la nave, Breq, que será la protagonista del segundo hilo, en el que va tras la pista de un arma extraterrestre que puede atravesar los escudos de protección Radchaai. Por el camino se encuentra a un teniente que conocía y que tras un accidente pasó 1000 años hibernado y al despertar no tenía ganas de vivir porque todo lo suyo había desaparecido y se volvió drogadicto. O algo así. La verdad es que la parte del teniente Sevairden en la historia es algo que no he terminado de entender. En las siguientes novelas empeora aún más que las novelas en sí, por lo que intuyo un especial empeño.

El Radch no distingue entre masculino y femenino, la traducción que la autora hace en femenino al inglés no es más que una convención (ello está reservado a las naves y sus auxiliares, y eso no lo comprendo. Si no hay un el/ella, no sé cómo va a distinguirse de un ello). Lo que me interesó es que no solemos saber si un personaje es hombre o mujer, no solemos tener detalles sobre el color de su piel o de sus atributos sexuales (lo más que sabemos de un personaje es que es enorme y atractiva). Además la civilización es muy británica en las maneras y el omnipresente té y los juegos de té y las tazas de té y vale ya con el té, hablan con educación esmerada de las niñas (que no sabemos si son niñas o niños) y su diligencia, hacendosidad, debilidad de caracter. Cuesta bastante situarse, pero es fácil darse cuenta de que no hace falta, de que sólo queremos hacerlo por curiosidad.

El detonante de la historia es que la cabeza de Minaii termina teniendo partes de si misma enfrentadas contra otras debido a la decisión de hacer un genocidio sobre una civilización extraterrestre. Unas facciones empiezan a confabular contra la otra (o las otras), lo que hace que cosas tengan que ser eliminadas para no despertar sospechas hasta que pueda producirse la escisión. En ese contexto la Justicia de Toren se ve convertida en un sólo cuerpo y encuentra el arma que puede acabar con algún Minaii y se dirige al palacio imperial a hacer sangría. No voy a contar más, aunque no sé por qué.

Todo es algo así como una mezcla entre la aristocracia chupiguay de las novelas de Vorkosigan de Lois McMaster Bujold, las IA de La Cultura limitadas y el imperio necrofero de Riddick pero sin el rollo necrófero.

Si recuerdo esta entrada en el futuro espero escribir algo sobre la educación y el imperio, sobre la suficiencia moral del que cree estar ayudando por voluntad propia y no porque sea una obligación hacerlo y de por qué se dignifica una mano de hierro recubierta de plumas en relaciones de poder desiguales.

TL;DR. La forma de contar la historia en la primera novela es muy interesante (no novedosa, pero sí interesante), el asunto de las naves con avatares se ha visto en muchas partes pero está muy bien jugado. Esa primera novela merece mucho la pena hasta el momento en el que encuentra el arma. En las dos siguientes entregas todos los personajes se convierten en adolescentes hiperhormonados y se pasan el rato sintiendo muchas cosas y sufriendo por muchas otras mientras la protagonista pone orden y se dedica a ser estupendísima.