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dentadas

No había nada.

—¿No había nada? —dijo el tipo mierda.
—Nada.

Qué curioso, pensaron, había cosas que decir que cabían en cualquier parte y, sin embargo, no se decían jamás. Esas eran las que menos sentido tenían de todas las que se podían decir. Olas, entierros, manuales de instrucciones, todos tanteando a ciegas el anverso de las páginas, pensando fuerte en no pensar en el reverso. Eso era otro lugar común en el que evitar encontrarse de momento.

—Yeah, así es.
—No tengo más preguntas. Tampoco había ninguna realmente.
—No has hecho ninguna.

La tarde, la ensoñación, el camino a ninguna parte de no tener ninguna parte a la que te apetezca ir. El destino como ese lugar por el que no debes preocuparte porque es un lugar de tránsito. El tipo mierda estaba bastante cansado de seguir mirando.

—Estoy muy cansado de mirarte. No tengo por qué hacerlo.
—No tienes por qué hacerlo en absoluto, pero lo haces. A mí me pone nervioso.
—Es por si te escapas.
—Bueno, tus ojos tampoco son muy capaces de detenerme si lo hago.
—Ya, pero es algo. Es mejor que no hacer nada.
—Bien. Entonces bien. Creo que es tu destino.
—Es probable —dijo el tipo mierda—, no se debe bromear con el destino.
—En realidad da igual, si realmente lo es no habrá nada que le impida alcanzarte. Si no lo es da igual.

La pereza como falta de intereses. El relajarse mirando la pared mientra la pared nos mira tranquilamente.

—He pasado tanto tiempo aquí que no sé que hago.
—Vivir. Es lo único que puedes hacer todo el rato.

Cosas pequeñas, que caben en cualquier parte, pero que son como una invocación. Las dices y, de repente, no puedes desdecirlas y, aunque lo hagas, han abierto una puerta profunda en la que todas las pupilas, horrorizadas, se clavan y beben significado observando que todo ha cambiado de una vez y para siempre.

—Ha pasado antes.
—No debería dejar de pasar nunca. Es horrible no verlo.

mémoires

Qué puto loco, decía

1.

Por el fin
del sendero
no había fin
ni sendero
ni ojos
ni días
y un tipo de azul
decía
adiós, imbéciles, adiós
con vuestras penas.

2.

Fue tan desagradable que lloré mierda.
Así, sin más.
Me iba apestando la nariz entretanto.
Qué puto asco.

3.

La noche se acabó antes
de que pudiéramos darnos cuenta.
Qué loco, decía, qué puto loco
el poeta
, decía.
Siempre intentando escalar una cuerda,
destrabar el nudo gordiano o el
que fuera.

Qué puto loquísimo, tía, iba
diciendo el tipo
mientras su estupidez
le abría todas las puertas
y sonreía al foso.

Estábamos condenados
a entenderle.

4.

La sombra del bastión de oro,
la mierda loca bruta puesta
en medio de ninguna parte.

Eres lo que escuchas, una y
otra vez oyendo
estupideces como esa.

La memoria del agua, la memoria
de la memoria, la memoria de las manos
en la guitarra, la memoria de los ojos.

Eres lo que escuchas.
Madre mía.

septiembre

Mucho jaleo últimamente con muy pocos resultados (en eso supongo que más o menos como siempre) demasiados años a la deriva como para fijar singladura a estas alturas. Voy a hacer un resumen porque quiero tenerlo todo junto en alguna parte y así, además, os cuento por dónde van las cosas.

Por un lado le estoy dando a python con learn code the hard way, me está gustando tanto que de cara a las vacaciones ya me he comprado el curso avanzado. Con el rollo de aprender a programar volví al TIS-100 (juego en el que tienes que programar en un pseudoensamblador utilizando unos nodos limitados con memoria y capacidad de pasos limitada), y lo amplié con Spacechem (en el que tienes que controlar mediante rutas y comandos el proceso de desensamblaje y ensamblaje de moléculas para conseguir el resultado deseado), ShenZhen I/O (como el TIS-100 pero además de programar tienes que elegir el hardware y el cableado de lo que produces). Si en TIS-100 te ocupas del código y no de la máquina, en Spacechem te ocupas de la infraestructura y no tanto del código (excepto el que vas colocando en las rutas) y en ShenZhen de ambas cosas (¿me haré un tetris con el juego?). Con Infinifactory no me he puesto todavía, aunque he visto cosas bizarras por ahí. También le di a Human Resource Machine. Me hizo pasar momentos delicados.

Los juegos no tienen que ver con aprender a programar, por supuesto, pero cada vez que me he puesto a aprender un lenguaje de programación —más allá de que no tengo facilidad con los idiomas en general, como compruebo cada día con el inglés y el esperanto— lo que me ha perdido es que algo no hacía click en mi cabeza, así que decidí probar con los juegos para practicar no ya tanto programación como la mente del programador y el modo de trabajo del ordenador al darle instrucciones. Creo haber entendido un par de cosas, veremos en las últimas 20 lecciones del curso de python.

Por otro lado me empecé a interesar con Markdown para escribir y el uso de Pandoc para convertir el archivo .md directamente en un .epub. Mola. Va germinando la idea de una novela de ciencia ficción con muchas capas, pero no sé si terminará en algo, quién sabe. Y sigo pensando que todo.txt es un sistema genial para usar listas que luego no suelo mirar o no puedo llenar porque no necesito tanto. Me vendrá de perlas para ponerme puntos de recuerdo en el desarrollo de la novela o programas en python, cuando haga falta.

También estoy empezando con un kit básico de arduino, tras años de acumular cables, sensores, motores, servomotores, pantallas… me llama muchísimo la atención, la verdad. El lenguaje de Arduino parece bastante sencillo y además hay mucho soporte detrás de gente que se pasa el día haciendo locuras con la controladora. Tengo también un par de raspberrys pi y quiero ver cómo puedo integrarlas.

Y hace algunos días desempolvé la reflex y me puse a mirar lo único que jamás he usado en ella: el balance de blancos. Espero que salgan cosas curiosas de ahí, no sé por qué he dejado tanto de lado la fotografía (porque la reflex es un trasto aparatoso). Sin chotochop, Raw Therapee y Gimp, InkScape para el vectorial y Krita… para llorar porque dibujando soy aún peor que con los idiomas. Blender para editar el vídeo que capturo con Open Broadcaster (OBS). No hago mucho vídeo, en todo caso. Blender y Gimp además admiten python, así que me ilusiono pensando en sacarle partido (cof, cof, dentro de 30 años…).

En EVE online sigo viviendo en espacio de agujero negro con una buena corp, y EVE siempre está lleno de salseo JEVI a nivel nacional e internacional y toneladas de DRAMA, pero… entre tanta actividad no queda mucho tiempo. Por eso precisamente parece que este invierno no va a haber Palabra de Bob. Me da mucha penita pero no íbamos a poder hacerlo en condiciones. He desatendido completamente la corporación de novatos, menos mal que los dos más antiguos han tomado las riendas y lo están haciendo fenomenal. Probé Albión Online unos días este verano (ni lo enlazo), y aunque sigo plantando zanahorias cada día y haciendo una mazmorra cada dos semanas o cuando me entra el mono de la trinidad, no puedo recomendarlo. Yo ya lo he pagado, así que mientras las hortalizas me paguen la suscripción mensual con cinco minutos al día iré incrementando skill points y mejorando la isla por si… por si. Compré la expansión del GW2 no sé para qué, para no entrar como en la anterior.

El extremo inútil de la escoba sigue parado. Tengo rollos con los conciertos en directo que no me dejan en paz. La música está parada en mi cabeza en general, de vez en cuando me bajo algo o me suscribo a spotify, pero nada sirve. La música ha dejado de sincronizar conmigo en algún punto. Es una pena.

Como ahora estoy con güilson en el pc quiero instalar XAMPP y darle un repensado al museo, que ya son muchos años. Aunque se mantenga más o menos parecido estéticamente (no creo que cambie mucho ahí, aunque nunca lo sabes hasta que no te pones), internamente sí que debería darle una buena actualización.

Eso es un buen trozo de lo que estoy haciendo ahora mismo, se me escapan cosas, pero como siempre el diablo está en los detalles. Quiero actualizar a menudo con lo que vaya haciendo de todos estos proyectos, ya que de momento mis pensamientos se resisten a tomar aire fuera.