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cajas cerradas

A mí lo que me interesa no es la felicidad de todos los hombres, sino la de cada uno de ellos.

Boris Vian, La espuma de los días. Capítulo 15. Dicho por Colin.

Efectivamente, los primeros recortes han sido para la dependencia, la sanidad, las pensiones. Justo para el mundo de los más desprotegidos, de los que precisan mayor cuidado. En mi opinión, se trata de medidas absolutamente injustas, porque los más necesitados tienen que ser la primera preocupación de una sociedad, precisamente porque son los más vulnerables. La ética sirve, entre otras cosas, para recordar que hay que saber priorizar y que los peor situados han de estar en el primer lugar.

Rajoy es el brazo ejecutor de un plan que consiste en quedarse con todo sin provocar violencia. Para lo cual es necesario desactivar a la gente, empobrecerla con indigencia cultural, pervertir su moral, inducirle rancias costumbres y dominarla con el miedo a quedarse en paro o con el miedo a quedarse sin dinero o con el miedo a pasar hambre o a perder la casa, o a vivir en un país intervenido, o a caer enfermo, o a hacerse viejo, o a no poder pagar los estudios de los hijos…

Antonio Orejudo, El síndrome de Estocolmo

Una sociedad transparente, que empieza siéndolo al menos, puede dejar de serlo de forma abrupta —un golpe de estado, por ejemplo— o a través de un proceso más gradual basado básicamente en la acumulación de poder de unos cuantos sobre los demás. Ambas son la misma en realidad, lá única diferencia es la rápidez del resultado.

Todos intentamos ayudar al conocido y a nosotros mismos, cómo no, pero hay límites que deberían no traspasarse nunca. Y más, y sobre todo, cuando hablamos de poderes públicos. El tipo que obtiene un cargo público debería entender que no tiene nada más que el cargo. Y con esto quiero decir que él no tiene en sí poder alguno, lo tiene el cargo que ahora mismo representa y lo seguirá reteniendo cuando él ya no lo haga y pase a otro. El poder está en el cargo, no en su actual representante.

El secreto, la falta de transparencia, es como una caja negra en la que se puede meter lo que quiera el que lo tenga. Y por eso el secreto, la falta de transparencia, es una cosa muy peligrosa.

Vivimos tiempos de desconfianza precisamente porque algunas, aunque pocas, de esas cajas se han abierto, o al menos se han entreabierto, y hemos visto que contenían olores podridos. Si en algún momento tuvimos confianza ciega en nuestros representantes el levantar estas tapaderas ha hecho que razonablemente la perdamos.

Y ahora es cuando es más importante la transparencia, y no para recuperar la confianza y volver más tarde a lo mismo, sino para que se instale de una vez y para siempre. Es bueno que lo haga.

El avance del ser humano se ha basado siempre en la acumulación de conocimiento. Si cada generación, en cada cultura y en cada pueblo, hubiera tenido que arreglárselas para “descubrir” el fuego una y otra vez todavía estaríamos ahí mismo. No tiene sentido que un conocimiento tenga dueño, porque eso nos empobrece constantemente como especie y nos resta futuros a todos. Cogemos, aprendemos, mezclamos y así avanzamos.

La ciencia farmacéutica avanza, por ejemplo, pero si lo hace basada en grupos herméticos y estancos de investigación que nada más descubrir algo útil para todos lo encierran en copyrights leoninos, podemos intentar imaginar cómo no avanzaría si estuviera basada en grupos colaborativos de trabajo y resultados y conclusiones públicas a la vista de cualquiera. Como efecto colateral tendríamos medicamentos mucho más baratos al no tener que rentabilizar inversiones iniciales tan enormes (y ahí… estoy siendo buenista, no todo ni de lejos se va en amortizar la inversión, aquí la pregunta está en cuánto se está rentabilizando).

Desde el principio me llamó mucho la idea de que en Linux gente de todas partes del mundo trabajase colaborativamente para mejorar el sistema operativo, en contraposición a las compañías que contratan un equipo más o menos grande para lanzar un SO cerrado, de código no revisable. Porque en una caja caben muchos secretos, y muchos más si no podemos mirar dentro. Y porque todo lo que hay en esa caja, lo bueno que haya, no va a poder ser usado libremente para ampliar el conocimiento de la humanidad. Al menos no mientras el que la posee no la abra.

Eso pasa exactamente igual en política, con las negociaciones en la trastienda y concesiones a medida, si es que pasan por pliego de condiciones. Sin transparencia, por un lado, no sabemos qué olores están generando según qué comportamientos, y por el otro estamos perdiendo una experiencia organizativa que se oculta y no permite sacar conclusiones de ella de cara al futuro.

En política, excepto lo que los periódicos publican, tenemos que estar redescubriendo el fuego cada legislatura. Y eso no tiene sentido alguno.

Todo sigue estando basado en que la opacidad puede ser determinante para la supervivencia de mi clan en un mundo en guerra. Si yo tengo un conocimiento que me da poder sobre otro no quiero cederlo porque puede ser que tenga que usarlo, ya que el de enfrente está haciendo exactamente lo mismo contra mí. Y uno, una vez que ha empezado a ocultar y consigue una zona opaca a la vista pública, supongo que se pregunta si no podría usarla en su propio beneficio y en el de sus afines. Se construye el espacio con una razón históricamente lógica, y el mal uso viene después.

Todo se simplificaría bastante y empezaríamos un nuevo renacimiento si tuviéramos todos, todos, en cuenta que no estamos en guerra con nadie más que con nuestros límites como especie, en lo general, y con los nuestros propios, en lo particular.

Eso pasaría por una renta básica que nos hiciera tener seguro el presente y el futuro y que nos concediera el tiempo para desarrollar lo que nos interesa, en vez de la pseudo esclavitud del trabajo basado en una nómina que amplía tu futuro al mes siguiente, siendo de ahí en adelante todo oscuridad. Eso genera miedo. Eso se está usando como herramienta de chantaje, y también como adormidera que nos limita únicamente al futuro inmediato: la siguiente nómina, la siguiente mensualidad de la hipoteca o el alquiler, la luz, el plazo del coche, la lavadora que se ha roto y a ver de dónde saco pasta para reemplazarla. Una plétora de preocupaciones que deberían ser insignificantes son sin embargo fundamentales —por acuciantes, no somos tontos, estamos simplemente estresados— y absorben nuestro tiempo y nuestros esfuerzos, y nos convierten en prácticamente nada. En prácticamente nada comparado con lo que podríamos ser si las cosas fueran de otra manera.

Y podrían serlo, porque esto lo hemos hecho de algún modo entre todos. Pero tal y como están las cosas ahora lo han hecho unos más que otros y mediante cajas opacas, mantienendo su contenido en secreto. Hay que abrirlas, es un primer paso. Los poderes públicos no deberían perder de vista su adjetivo. Precisamente los que gestionan lo público con los recursos de todos no deberían esconder nada, porque están cuidando lo nuestro, lo de todos, lo que hacemos con nuestro presente y lo que vamos preparando para el futuro.

Cuando se pierdan los miedos históricos y las cajas se abran tendremos realmente el poder de cambiar nuestro futuro para bien de cada uno. Y habrá un renacimiento, claro que lo habrá, porque el poder combinado siempre es mucho más eficaz que el de unos cuantos encerrados en un despacho. Y ese poder combinado tiene una receta muy sencilla, que radica en la libre disponibilidad de la información y nuestra capacidad como individuos de hacer cosas nuevas con lo que esfuerzos anteriores nos han legado. Todo discurso que no asuma y crea en esto estará frenando nuestras posibilidades a todos.

Cuando conocí Linux y lo instalé la primera vez, hace muchos años, la opinión general es que era una especie de divertimento para frikis. Ahora puebla servidores, supercomputadoras, móviles, consolas, la administración pública… excepto en PC de escritorio, y debido a ciertas políticas de las compañías de sistemas operativos privativos en sus negociaciones con los fabricantes de hardware y desarrolladores de software igualmente privativos (preinstalaciones, drivers, incompatibilidades, todo en la más absoluta sombra del código cerrado, es decir, cajas y cajas de secretos sobre más cajas de secretos apoyándose entre sí para no perder la posición dominante, llevado a cabo mediante la ocultación de conocimiento que obliga a la ingeniería inversa), excepto en PC de escritorio Linux, ese juguete de frikis que combinan sus esfuerzos por todo el mundo, es de uso masivo, y lo es por ser más fiable, y lo es porque el equipo de desarrollo es cualquiera interesado en hacerlo.

Y eso es, únicamente, porque no hay cajas cerradas. Porque cualquiera puede mirar y aprender.

Empecemos por lo público, porque es lo más evidente. Ahí no cabe secretismo de ningún tipo que se pueda defender de un modo plausible, la gestión de lo de todos tiene que ser abierta porque, precisamente, es de todos. Y después lo demás. Vayamos al segundo renacimiento.

derecho al trabajo

El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro, o una persona retenida contra su voluntad, desarrolla una relación de complicidad, y de un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha secuestrado.

Sufrimos de síndrome de Estocolmo con el trabajo. La necesidad de comer, vestirnos y tener un sitio donde dormir se disfraza de un supuesto derecho, el derecho al trabajo, hasta tal punto que terminamos idolatrándolo como si fuera la meta superior a la que debe optar un ser humano. Como si el trabajo fuera lo más importante que cada uno de nosotros puede y debe hacer.

Es un derecho raro. Comparémoslo, por ejemplo, con el derecho al voto: yo tengo derecho a ejercer mi voto, pero no la obligación. Si no voto no sucede absolutamente nada, excepto que no ejerzo mi derecho. Sin embargo, si no trabajo no como. ¿Es un derecho o una obligación? ¿Y a quién le interesa que yo esté obligado a trabajar? ¿Quién consigue salarios reducidos a costa de que yo esté obligado a trabajar en lo que sea bajo pena de morirme de hambre en la calle? ¿No están los representantes de los empresarios diciendo siempre que tenemos que acostumbrarnos a la idea de trabajar en lo que sea y, sobre todo, en las condiciones que sea? ¿No os suena parecido a cuando Visa hizo un informe en el que concluía que los pagos en negro eran una lacra que se podía vencer incentivando, precisamente, los pagos electrónicos?

¿No os parece que aquí ya nadie se molesta ni en disimular? Más y más.

El discurso moralista de las bondades del trabajo ha hecho que lo terminemos idolatrando, como si fuera el lugar en el que todos nos realizamos. Sin embargo nuestra experiencia cotidiana es muy diferente, excepto en contadas ocasiones en las que alguien disfruta realmente su trabajo vemos que la mayoría de nuestro círculo hace algo que detesta sólo para poder conseguir alimento y techo.

La única propuesta para romper las cadenas de esta esclavitud, que lo es, es la de la renta básica. El ser humano se embrutece trabajando, porque dedica la mayoría de sus energías y sus horas más productivas del día a una tarea que no le importa en absoluto, y que sólo es un medio para conseguir cubrir sus necesidades básicas. Y eso nos cuesta, en el mejor de los casos, 160 horas cada mes. 160 horas perdidas para escribir, aprender, vivir, para realizarnos acercándonos a lo que queremos ser desde lo que ahora somos. 160 horas centrales.

Ahora mismo, con un 27% de paro y una balanza de exportaciones positiva (es decir, exportamos más que importamos, así que no estamos supliendo la falta de producción derivada de la cantidad de gente que no está trabajando comprando fuera), no sufrimos ningún tipo de desabastecimiento en ninguna parte. ¿Dónde va toda esa producción de más cuando no hay paro? ¿Es realmente necesaria? ¿Realmente es necesario trabajar cada uno 40 horas a la semana para cubrir las necesidades de todos?

No lo idolatremos. No lo merece. El trabajo son las cadenas que nos atrapan, manteniéndonos en un estado de semipobreza que nos esclaviza y nos ata a los intereses de los grandes capitales.

Miedo al infierno, miedo a que mi ordenador estalle, miedo a la prisión, miedo a las empresas que me sensibilizan con la cultura del miedo. La clase media, que es esa a la que un golpe en su coche que su seguro no quiera pagar le puede significar estar al borde de la bancarrota, tiene continuamente la sensación de estar caminando en la cuerda floja. Mientras tanto, los empresarios muchimillonarios te soplan para que pierdas el equilibrio y cuando estás a punto de caer te ofrecen la mano si les das la camisa, los calzoncillos y el reloj. Sin embargo, esto no está considerado robo ni por las leyes divinas ni por las humanas.

David Bravo. Copia este libro.

epubgratis ha muerto, viva epublibre.org

¿cómo creamos, de la nada o de todo lo anterior?

El tablero de juego

El 1 de octubre del año pasado saltó el hecho de que el dueño de epubgratis.me había vendido la página. A partir de ahí empezaron a cambiar las cosas, la web empezó a funcionar mejor (siempre había sido muy muy lenta) y a cambio cascaron un .exe para descargar el enlace magnético que instalaba malware en el ordenador. Como los editores y los usuarios empezaron a protestar (evidentemente) censuraron la publicación en el foro e incluso a día de hoy todos los comentarios en él y en los libros siguen moderados.

En epubgratis los editores eran los que subían los libros a la web, y para poder ser editor tenías que superar previamente unos exámenes de calidad en la maquetación de los epub. Por lo tanto de algún modo el dueño vendió la web incluyendo las maquetaciones de otros sin consultas ni debate.

Dejé de entrar en la web, y comencé a habituarme papyrefb2 (ya no funciona, cayó gracias a la nueva ley de propiedad intelectual), aunque no me gusta la calidad de muchos aportes y aunque en epubgratis el sistema de descarga del malware sólo funciona bajo windows. Incluso bajo güilson hay opciones para esquivarlo.

Hace unos días me enteré de que los editores que salieron de epubgratis habían iniciado una nueva web, epublibre.org y su proyecto scriptorium. Y la verdad es que tiene muy buena pinta. He solicitado acceder porque creo que pese a los intereses contrapuestos hay más pros que contras.

El juego

El trabajo de los editores de epubgratis terminó siendo el beneficio del dueño de la web cuando vendió (a algunos les dió tiempo a retirar las obras que habían subido, nunca fuí editor así que no sé como funcionaba eso en concreto). Es evidente que no eran sus obras ya que ellos no las habían escrito, sólo las habían maquetado para bien de los demás usuarios, pero ellos a diferencia del dueño de la web no tenían ningún ánimo de lucro ni ganaron nada en ningún momento. Trabajaban gratis en un esfuerzo por compartir la cultura.

Después del cambio no entré en la web más que esporádicamente y como último recurso debido a dos motivos: el uso del ejecutable que instalaba malware en tu pc y la censura previa en todo comentario. Epubgratis había sido un proyecto precioso y un ejemplo de colaboración y compañerismo y una empresa vió beneficio y entró como elefante en cacharrería destrozando todo lo que había. Lo primero jamás me afecto al entrar con mi !#, y en cuanto a lo segundo jamás formé parte de la comunidad más que como lector, pero aún así fueron motivos suficientes para no volver.

Epublibre.org es un intento de volver a ese espíritu, y esta vez no voy a quedarme a medias y voy a entrar hasta el fondo, hasta donde pueda.

El fondo

La cultura no puede ser un privilegio elitista. No es posible que el acceso a la misma se regule por la cantidad de dinero del que dispongas para comprar los diferentes formatos en los que disfrutarla. No sé cómo solucionar el hecho de que los productores de cultura tienen que comer (tengo alguna idea que expongo más abajo), y ahí es donde debería situarse el debate ahora mismo y no en ninguna otra parte que beneficia más a los distribuidores oficiales (en cualquiera de sus soportes) que a los propios artistas, los verdaderos creadores de la misma. A veces según el discurso de las productoras y distribuidoras parece que sin ellas sólo habría una estepa árida.

Los artistas y los espectadores estamos muy unidos, pero los distribuidores están consiguiendo eludir el nucleo del tema al hacer que nos disparemos entre nosotros. Es una cortina de humo muy eficaz en la que los artistas odian a quien presencia sus obras y los espectadores a quien las produce.

Una cultura cuyo pasaporte de acceso es el dinero contribuye activamente a mantener las diferencias sociales en el presente y a perpetuarlas en el futuro. Si tengo dinero mi hijo tendrá un buen acceso a la cultura, si no lo tendrá más limitado, alterando la igualdad de oportunidades.

En este momento de difusión cultural en el que el soporte físico es cada vez menos necesario la existencia de unas bibliotecas que contuvieran toda la producción y en las que se podrían simultanear todas las peticiones de una misma obra a la vez sería más que factible. Se podría estipular un pago por uso para el artista en función de las descargas de su obra o en lo que se estimara conveniente. Una parte podría ir para las distribuidoras, pero como no tienen mucho sentido en este nuevo sistema de distribución no lo están permitiendo, pese a que es igualmente bueno para la producción cultural, para el artista y para el espectador, y solamente amargo para ellas. En los casos en que no lo pueden evitar las zancadillas son constantes, como en spotify (porcentaje de ingresos a discográficas y el porcentaje de ello que «ven» los artistas) o filmin (¡en novedades aparece hoy la primera una película del 2009 y en SD!)

De hecho desde hace muchos años es el lugar al que todo apunta, con proyectos como jamendo, bandcamp, o cualquier tipo de crowdfunding, aunque desde luego no bajo los esfuerzos del gobierno, siempre amable con quien le paga y le acaricia. Se que estoy mezclando cosas diversas, pero lo hago porque en el fondo comparten un principio semejante: la información debe circular libremente.

Durante años los sectores que han perdido sentido han desaparecido, por citar los típicos tópicos podemos recordar la venta de hielo para neveras al llegar las eléctricas y las bandas que tocaban en salas antes del tocadiscos. ¿Alguien se imagina al gobierno manteniendo a todas y cada una de las empresas de la construcción después de la llegada de la crisis económica y de crédito y el parón de las ventas? Pues algo parecido están haciendo con respecto a discograficas y editoriales a través de normativas legales que penalizan a una gran mayoría de la población en su vida diaria. No sé hasta qué punto una ley que es inclumplida por la mayoría de la población de un estado es una ley justa. Sí lo sé. No lo es.

La cultura debe ser universal y gratuita si queremos una mejor humanidad. Restringir, del modo que sea, la libre circulación de la información nunca ha contribuido en nada al desarrollo del conocimiento, y en las pocas ocasiones en las que un copyright ha sido productivo (si lo ha sido) ha terminado enquistándose y gangrenándose. Las farmacéuticas son un buen ejemplo de lo que sucede cuando la posesión de la información se paga, y caro. El copyright es en teoría un modo de estimular la inversión en investigación pero termina siendo un freno para la misma. Todos los tratados de libre comercio que puedas mirar no son más que el intento de proteger los intereses de unos pocos a cambio de espejos, alcohol y abalorios.

Y por todo eso, explicado de un modo un poco arbóreo, me gusta epublibre.org, porque es parte de todo eso en lo que creo. Creamos a partir de la información de la que disponemos, ponerle barreras al acceso a la información a la humanidad es empobrecernos ahora y consecuentemente en el futuro.