# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (755) | canciones (156) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (353) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.701) | atranques (1) |

mucho más lejos

Llegué a ti convencido de mí mismo.

Cuando llegué a ti estaba convencido de tener un
beso en cada labio
y un dolor en cada daño.

Te cogí las manos para contarte mi derrota
como si fuera lo que es,
y dentro de tus ojos,
dentro del olor de tus pupilas,
en esa franja de tiempo que ya no es tiempo,
me di cuenta de que no tenía nada que contar.

Nada que no pudieras asimilar con creces.

Así de sencillo me di cuenta de que el daño estaba hecho,
pero no había ningún dolor.

En tus ojos vi una pistola apuntando a mi sien.

En tus ojos vi que podías comprenderlo todo sin esfuerzo.

En tus ojos vi que podíamos amarnos como perros
si eso fuera algo.

Que podíamos golpearnos perdiendo el sentido,
podíamos llegar tan lejos como quisiéramos.

Comprendí que eres capaz de acompañarme en mi derrota
hasta que hoy no queden guerras santas que librar, comprendí
que eres capaz de ir conmigo allí donde mi
ignorancia
quiera llevarme. Comprendí toda la huída, todo el dolor,
todo el camino. Mi camino.

Comprendí que lo harás por mí,
que tú has comprendido ya, pero yo no.

Comprendí por qué las tardes con la cerveza,
por qué los días persiguiendo el sueño de no acabar nunca,
por qué me miras cuando bebo como si no hubiera mañana alguno.

Por qué me coges del costado y me peinas.
Por qué me aprietas la mano cuando me pierdo.
Por qué después de hacerme el amor sólo quedan más y más besos.

Por qué me dejas tu regazo como si aún fuera un niño.

Por qué me acompañas hasta que no quedan calles,
borrachos por Tribunal,
ahíto e insatisfecho al mismo tiempo,
lleno de calles y de caras,
falto de calles y de caras,
por qué dejas que mi rabia te impregne,
a ti y a todo.

Por qué nos miramos cuando estamos esperando el metro
y me dices
«te quiero, niño». Después de vomitar
las esquinas
y perder el sentido y remontar la corriente de los bares que cierran
y de esperar no esperar
y de gritar cientos de pérdidas en brazos y abrazos
y de aferrarte
para llorar,
para no dejar de llorar en tu regazo.

Estás esperando que llegue.
Sabes que lo haré, que sólo necesito escupir tan lejos
que jamás pueda pisar mi saliva.

Y, mientras tanto,
me abrazas, me acompañas y esperas.

Después de comprender eso,
sólo pude abandonarme a ti.

Dejar que tus cuidados
curen las heridas que siempre tuve.

Dejar que tu lengua limpie.

Mientras tanto, tú me miras.
Estoy aquí, he comprendido.

Lo sabes, tus ojos brillan.
«Estás tan cerca, niño…»

Mientras te quiero Madrid amanece
entre las toses, las flemas y los ronquidos
de la gente que compone todo.

Estoy cansado después de toda la noche bebiendo.
Me acuesto en tu hombro en el autobús.

Cierro los ojos.
Estoy tranquilo.

Poema 1 de “A la izquierda, el Coliseo”.
Libro primero de “Pares sueltos”
© 2006 café & cigarro editores.

cuando la insatisfacción mira fuera

Lo peor de la insatisfacción es no tener bien localizado de dónde viene. La insatisfacción es un bichejo gris que se expande en oleadas desde el centro de uno mismo e irradia a los demás tarde o temprano. Porque cuando uno no comprende (o no quiere comprender, no entro ni salgo) de dónde viene busca el objetivo fuera. A veces, en torturas psicológicas severas, sucede justo al revés. Cuando no se quiere ver lo de fuera uno busca dentro y se culpa de todo.

Pero no hablo de eso. La insatisfacción que no quiere ver dentro busca fuera, y es capaz de arruinar la vida del que la siente y de los que le rodean. Personas para las que siempre todo lo que hacen los demás está mal. Las hay a patadas en los curros, cubriendo complejos de inferioridad latentes o insatisfacción.

Hoy pensaba que no vamos a vivir para siempre. Que la infelicidad venga de fuera es algo inevitable. Pero que surja de dentro es una paradoja incomprensible, una incongruencia inaceptable. No vamos a vivir para siempre: nos vamos a morir. Si nos jode la vida nos hacemos un huequecito en ella poco a poco, como en un colchón de lana, y al final estamos más o menos cómodos. Y si somos nosotros mismos los que no dejamos de jodernos… bueno, aunque no creo demasiado en ello, supongo que hay profesionales para algo. Sobre todo, hay introspección, que no se debe ni olvidar ni perder ni dejar nunca de recuperar.

Que no tengamos que decir, cuando ya sea tarde, que nos jodimos la vida a nosotros mismos.

Durante mucho tiempo tuvo mucho peso en el pensamiento que una idea fuera clara y distinta. Eso hace a un lider, a un genio o a un neurótico, si es que no son lo mismo, con matices. Cuando una idea es percibida de esta forma, no hay nada que se interponga entre ella y el resto de las cosas. No hay cosa que tenga esa fueza excepto otra idea clara y distinta. Pero claro, por su propia naturaleza dos ideas claras y distintas sobre un mismo asunto son mutuamente excluyentes y no pueden darse juntas. Una idea clara y distinta tiene el mismo carácter que una droga. En la dosis correcta es un estimulante, en una dosis elevada es veneno puro. El veneno puro corrompe. El veneno puro mata todo lo que le rodea. El cuerpo que lo ingiere. En este caso somos todos. Las ideas claras y distintas son como los genes, alteran el mundo pero el mundo no puede alterarlas en modo alguno.

Grandes locos han tenido ideas claras y distintas. Han movido el mundo, para bien o para mal. Todos conocemos muchos casos. Nadie debería tener tal poder, creo. Porque es una fuerza incontrolable. Las fuerzas incontrolables es de agradecer que se encaucen bien. Pero sólo de agradecer, no se puede hacer nada más. Es mejor un mundo de ideas confusas que se van esclareciendo con el uso, u oscureciendo. Esas me dan menos miedo. Los tipos que son genios pueden llevarlas al extremo igualmente, pero el proceso es más largo y menos lesivo con lo circundante. Las ideas claras y distintas pueden nacer de muchas formas, y hace mucho tiempo que no creo en iluminaciones divinas. Salen del barro que somos, de nuestro incómodo pedazo de tierra. Salen del egoísmo que podamos tener, y del altruísmo, y de la bondad y de todo lo demás que se nos ocurra, pero no vienen del cielo. En esas ideas claras y distintas estamos nosotros mismos. Y no tenemos ni puta idea de quiénes somos.

Mejor que vayan despacito, parando en todos los recodos para ver las nubes, y el sol, y los pajaricos, y esas cosas. Que vayan aprendiendo de sí mismas. Mejor nos iría si no hubiera ideas que se nos presentasen de forma clara y distinta. Que se detengan a tomar un bocadillo de chorizo mientras pasa la tarde y que se den cuenta de lo que son.

La insatisfacción es una fábrica de verdades claras y distintas. Y las flores del campo no quieren macetas.