Según CC.OO. el exceso de temporalidad no se resuelve recortando los costes del despido.
Según un estudio del gabinete económico de CC.OO. la reforma laboral que promueve el Gobierno no bajará la tasa de temporalidad mientras persistan otras políticas más poderosas que nada tienen que ver con la regulación del despido.
El estudio viene a demostrar que el exceso de temporalidad, 34,4 % en el tercer trimestre de 2005, no parece un fenómeno que se pueda resolver en la coyuntura actual con el recorte de los costes del despido.
El estudio demuestra que el boom del sector de la construcción y el abaratamiento de los costes laborales que proporciona el boom de la inmigración son los dos principales artífices del sostenimiento de la actividad económica española, frente al ciclo de débil crecimiento que atraviesan los países centrales de la Unión Europea, por lo que a CC.OO. le parece complicado que en la coyuntura actual el Gobierno vaya a adoptar medidas que alteren en uso flexible del empleo en la construcción o que avancen en la ordenación de los flujos migratorios.
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Evidentemente, vuelvo a repetir, abaratar el despido no es sino una generalización de la temporalidad.
Las empresas saben mejor que nadie que el que no llora no mama, y están llorando más que nadie. No se puede cifrar la productividad de la empresa en una política de abaratamiento de costes, que debe ser una herramienta, pero jamás un fin en sí mismo. Si es lo único que se busca jamás podremos competir con economías en las que el precio de un tomate es siete veces menor que aquí.
La solución es precisamente lo contrario, encarecer la mano de obra. Formar al personal para que sea capaz de ejecutar trabajos, al menos, medianamente especializados. Canalizar nuestra producción de tal modo que el valor de la venta se cifre en la especialización, y no en lo económico de la mano de obra. Porque nunca podremos bajar tanto los salarios como para, repito, competir con países donde un tomate no vale ni una séptima parte que aquí.
Y la única forma de conseguir sobrevivir en base a lo barato de la mano de obra es que todos nos muramos de hambre.
Todo ello nos retrotrae a una última cuestión: si todos tuvieramos la misma especialización, los mismos derechos y el mismo «estado del bienestar» el sistema no podría sostenerse a sí mismo, ergo el sistema no funciona en modo alguno mas que perpetuando las desigualdades. El sistema necesita economías pobres para subsistir, y no sólo genera, sino que mantiene las desigualdades por necesidad inherente.