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pero la mierda me la quedo

Descuéntame las horas que no he estado contigo,
mándame un factura al parque donde vivo.

Extremoduro.

Caminas, sales, soles, contrapones y caminas y te pierdes, descubres por donde no y coges la primera desviación, derecha, izquierda… quizá hayas perdido la cuenta de los días que han pasado fiesta tras fiesta y no recuerdes la última vez que viste alguna serie estúpida de la primera después de cenar, cama y sueños tranquilos. Y no importa, hay gente, esparcida por ahí, como islas en medio de la corriente. Les ves y refulgen, y te entienden aunque no hablen de ello, tanto como tú les entiendes a ellos. El resto de la humanidad anda tan perdida contigo como tú con ellos. Esa gente te convence, sin decir nada, de que no vales tan poco como opinas tú mismo cada día. Te toman de la mano (ellos han estado aquí, saben lo que estoy viendo y cómo, saben que no es un camino sin retorno ni un sendero al desastre -aunque también existe la posibilidad de que termine siendo ambas cosas-) y enciendes un cigarro con ellos y quisieras que no terminara nunca, porque con ellos te encuentras tranquilo, relajado.

Comprendido.

Hay un poema… (siempre lo hay):

AÑO NUEVO

Como las cosas no podían
ir a peor
-escribió Kafka,
en su Diario- mejoraron.

Cómo me gustaría, ante este negro
e inhóspito horizonte que se abre,
ante mí – como un año más,
o como un año menos-,
poder decir lo mismo.

Pero siento
que no he tocado fondo,
que hay más miseria, más dolor, más tedio
más adelante, que las cosas
pueden empeorar.
Que lo peor, como quien dice,
aún está por llegar.

Javier Salvago.

Y vas comprendiendo que tocar fondo puede empezar siendo un ideal más o menos tonto y romántico, pero rápidamente este carácter se volatiliza ante la fuerza de la ostia que está por llegar y

…tener la lengua tan larga como para llegar al fondo de la botella…
…o no recuerdo nada o es que tú te has ido y no tengo constancia de vivir lo que he vivido…
…sales y soles y tiras los segundos con la indiferencia con la que arrancas las páginas de los meses de un calendario…

Y notas que el momento se aproxima (aunque pueden quedar años…) y que estás lo suficientemente hecho añicos ya como para desear la gran ostia que te recompondrá o te destrozará para siempre jamás y…
pones una lavadora, sin planes
sin silencio… y recuerdas…

(lamento preocupar a algunos con esto) el camarero te dice: «si yo hubiera tomado lo que tú tomaste ayer, estaría seis meses en la UBI, no entiendo como puedes tragar tanto sin inmutarte y sin parecer borracho…» La fiesta de la empresa… barra libre de autocompasión… (lamento preocupar a algunos con esto) y cuando te vio entrar hoy (el camarero), te dijo: «Dios mío, ¡caminas!, ¡estás en pie!» y tú te quedaste esperando la segunda parte (aquella en la que te cuentan las burradas que has hecho), pero no la hay, y tomas un café tranquilo, sin resaca, sin ostias, sin más que un agujero en medio del corazón por el que sangras las palabras que cuentas y…

empiezas a hablar de fiestas (bufones somos y en la risa nos encontraremos), una lengua tan larga como… el fondo de la botella esconde un secreto terrible:

es sólo un espejo, uno preciso, exacto, milimétrico donde te ves

y quizá alguna vez te gustes, o no, pero lo importante es que te ves, te estás viendo, estás viendo el fantasma de ella detrás de ti, preocupado o indiferente o enamorado o superado o idiota o calmo o enfermo o…

(Loli dijo: «sabes dónde estás, sabes que estás perdido, peor es no saber que estás perdido». (¿Me estaba diciendo que siempre estamos perdidos? Seguramente, pienso ahora).

…o o o estulto y te corroes por dentro con cientos de imágenes que estás viendo en cada momento (si se puede decir follar en esto me recuerdo con lele follando en todos y cada uno de los parques de Madrid, y me recuerdo en brazos de lele mientras la escuchaba y todo tenía un ritmo, un sentido correcto, todo tenía COHERENCIA, una coherencia admirable entre el mundo y nosotros y las cosas

dando vueltas
en círculos concéntricos
sobre la fuente despejada
de nuestras cabezas

y recupero el control y estoy bajo medicación necesito el odio y la rabia tengo que tomar mi dosis de muerte si quiero mantener la vida y necesito el amor (no importa que no sea correspondido) aunque si no lo necesitase daría igual
estoy lleno de amor y eso y paso de romanticismos
pero estoy lleno de amor y amor y amor y eso esas cosas terribles
y roncas como la garganta de Diego
mientras roncaba la noche de anoche compañero de copas
como el conejo de duracell no me podían seguir nadie podía
pero no entendían nada
no entendían que yo tengo un cañón, una fosa tectónica o tautónica
una grieta abisal

estaban intentando seguirme los pobres y no entendían que yo,
anoche,
podía haberme tragado el puto universo hecho vaso con hielos
porque yo,
anoche,
estaba muerto y los muertos no se preocupan por mundanidades
como el hígado o el riñón o
simplemente
la borrachera

anoche no podía emborracharme del todo,
porque estaba muerto,
bien jodido
liandocigarroshaciendofotostomandocopasmandandoalamierdaaltiempo
que no existe, porque el tiempo no existe y tomaba y bebía y sentía que me
vaciaba y el espejo del alcohol me devolvía mi imagen
azogue podrido
pero perfecto y yo era consciente de que al otro lado de la botella

está la solidez del tiempo (que no existe)
la otra cara de la entropía (que no existe)
la otra luna de lorelay (que ya no existe)

y me estaba matando estando muerto y estaba vomitando lo que me ha hecho morir todo este último año de mierda
un año negro
un año equívoco
y lleno de errores que me ha colocado
exactamente
donde estoy y tengo algo de miedo y algo de pavor
ante la vida que se abre y sobretodo porque la vida que se abre es una kk porque cierra la vida que se cierra (se va a cerrar de todos modos)
y tengo una imagen de mí, caminando, comprando cervezas y pizzas en alcampo y pienso que no está todo perdido porque tengo a un individuo
que camina
y que siempre se va a tener a sí mismo (no suficiente, I’m sorry)

Y camino y camino y me deslumbran las luces del centro comercial de mierda en carteles que dicen «te esperamos el domingo» y yo joder, ya he hecho planes, casi me pongo a llorar en la puerta del puto alcampo porque he hecho planes para el domingo y no voy a poder venir, disculpadme, pero estoy algo loco y he hecho planes y no voy a poder venir el domingo y casi se lo suelto a la cajera (15,45 euros)
y ella me hubiera mirado como si yo estuviese loco
y entonces la hubiera abrazado con fuerza porque me comprende
y seguramente el seguridad de alcampo me hubiera echado y las cervezas y las pizzas me hubieran salido gratis

(no voy a negar que esto puede haber pasado, pero tampoco lo voy a afirmar aquí)

y en la calle me reencuentro con el autobús y con la gente y meto el ticket del abono en el cacharro y estoy dentro
me han dado permiso para estar aquí,
lo agradezco con un sonoro pedo mientras miro a todo el mundo para que alguien se enfrente a mí
pero todos miran a otra parte
y me siento solo
joder, jodidamente solo
me bajo en mi parada y saco las llaves
entro en casa
me han dado permiso para estar aquí
luego vendrá la gente, haré fotos,
seguramente haré fotos
para comprender el presente en un recuadro y
no olvidarlo jamás
para decirme a mí mismo que esto es lo que soy
no lo que tengo
y que lorelay está en otra parte tomando cervezas bajo el sol del mediodía y
preguntándose
¿qué será de aquel chico con el que salí un tiempo…?
en una tumbona, tomando el agradable sol, la cerveza
está fría y ella pinta un cuadro en el que se ve a una mujer atrapada en cuatro paredes
terribles, con la forma y la fuerza de las paredes sin puerta
y sonreirá
porque ella ya no está allí.

Yo no sé quién quitó las puertas. El maestro de algo lo hizo, quizá, o el tiempo, o la falta de sentido del humor, o el peso, el simple peso (cuando se va y no está uno siente la insoportable levedad del ser, uno siente que lo normal hubiera sido que se desgarrase el vestido de dolor por la necesidad, la falsa apariencia de peso que sentimos debemos generar forzosamente en el amor)

escupiré un cerrojo esta noche y me transformo ya, me estoy poniendo las pestañas y la nariz de payaso. Conmigo los momentos son intensos, dijo Javi, y yo poniendo lavadoras y añorando imposibles me siento una especie de lagartija o algo así, algo insignificante en cualquier caso pero es bello poder insuflar la vida que se me escapa entre los dedos a los demás para que se sientan vivos

preparo las ideas que me consumen hoy, las doy forma de discurso. enfrío las cervezas. todo está preparado, esto no es un espectáculo. es mi misma puta vida metida en un frasco alrededor del cual crecen flores. yo doy las flores. el contenido del tarro me lo quedo. no quiero hacer un fracaso de esto. no quiero reventar en la mierda del tiempo (que no existe) y te ofrezco
las bellas terminaciones nerviosas polinizadas
que nacen de la mierda. pero la mierda me la quedo.

hacer momentos intensos es lo mío






Mitica, muy mítica la noche. Por la tarde le envié un mail a Francisco Rodríguez Criado porque trasteando por ahí me encontré con un texto suyo que, francamente, me partió en dos, chocolatinas. Me dio su permiso y ahí lo he puesto. Voy a hacer una sección con los textos que me vaya encontrando que me peguen duro.

Fuimos a los enemigos a tomar unas cervezas y comer bien. Llegué con Paloma y abrimos boca con un par de cervezas y un plato de patatas seis salsas mientras esperábamos a los demás. Todo iban a ser un par de cervezas, no más, y prontito a casa. Pero claro, a la hora de pagar sólo nos cobraron la última ronda, cosa siempre de agradecer, y ahí estábamos, con la cartera repleta y una sed tremenda. Nos fuimos al garito donde curra un antiguo novio de Mari Ángeles y a seguir desmontando la noche, demasiado entera. Paloma se retiró y a los que quedamos nos legó un trabajo redoblado. Echamos unos futbolines, donde quedó clara la habilidad de Iván y mi carácter esencialmente rebañador en tales actividades, y nos tomamos un par de cervezas. Hablamos mucho, Iván y Mari Ángeles contaron detalles escabrosos sobre sus comienzos que no pienso repetir aquí, porque no me pertenecen, y cuando más contaban más me divertía, más me sentía parte de ellos (también yo recordaba escabrosidades con Lele, pero eso no entra aquí esta noche, no vamos a ponernos tiernos). Risas por todas partes y fotografías (no puedo ponerlas todas porque peto el servidor, ya no tengo mucho sitio y esto lleva abierto un par de meses).

Recordamos los tiempos de las fiestas en casa. Mal jugado.

Después Javi esperó conmigo a que llegará el búho. Hablábamos de lo extraño que es que todo el mundo esté ahí después de los últimos tiempos, en los que mi obsesión por Lele (o lo que fuera, no quiero entrar en detalles) no me permitía quedar con nadie. Un año, dos después, vuelvo y todo el mundo está ahí. Joder, me entran unas ganas de romper a llorar horribles (voy a hacerlo, lo sé). TODO EL MUNDO ESTÁ AHÍ PESE A QUE YO NO HE HECHO MÁS QUE DAR LA ESPALDA, JODER. Le pregunté a Javí por qué. Me dijo:

Tú haces, sin hacer nada especial, que todos los momentos sean intensos.

Ostias con el gallego (el resto de la conversación con él no la reproduzco aquí porque no son asuntos de nadie).

Y aquí estoy, a las tres y media de la mañana. Preguntándome cosas. Sintiendo muchas otras. Embriagado de conversaciones, de mentes que se meten dentro de la mía (por fin lo permito) y hablan desde ahí. No me ha hecho falta emborracharme. Esta noche había otras cosas mucho más importantes. Gracias a todos, y a los dioses menores, que ríen entre bambolinas.

¿Y qué tal estoy yo? Pues eso.

¿Qué nos ha pasado, niña?