Y sin embargo sigue siendo ella quien hace una tragedia de esto, sigue siendo ella quien, al igual que antes luchó desaforadamente por la relación, ahora la niega completamente. Las cosas deben ser más sencillas, sobre todo ahora mismo. Si nos apetece nos vemos, y si no no. Pero no hay que pretender negar lo que es, ella mismo lo ha dicho muchas veces, siempre fuimos sinceros con entre nosotros, se nos revuelven las tripas cuando nos vemos. ¿Eso significa que tenemos que volver? Por supuesto que no, pero tampoco significa que tengamos que eludir el hecho de que quizá, al cabo del tiempo, cuando nos hayamos curtido, exista la posibilidad de volver a algo que construimos mal, pero no del todo. Quiero decir que negar todo con tanta fuerza sigue convirtiendo esto en una tragedia, y que lo que nos conviene ahora mismo es vivir, olvidar cualquier fuerza que nos destruya. Claro que la echo de menos, ¡y ella a mí! Pero no podemos acabarnos en eso, yo no puedo convertir esto en un «vuelve» constante, pero ella no puede convertir cada uno de mis actos en una petición de vuelta con su consiguiente negativa, expresada en un mal gesto o en un silencio o en un desencuentro. Joder, que lo que tenemos que hacer es vivir, y dejar que las cosas sigan su curso, y serán ellas las que digan si volvemos o no, ni Lorelay ni yo lo haremos. Al menos directamente. Empeñarse en no volver hace que todo lo demás, cualquier cosa que podamos hacer juntos, se vicie con ese prisma. Claro, exactamente igual que empeñarse en volver.
Año: 2003
encuentros
Aquí ando, terminando de perfilar esta página, tomando un güisqui, un chupitín, nada serio. Me ha llamado Lore, lo que me ha hecho pensar en Lore, lo que me ha llevado a amar a Lore, pero no con mucho dolor. No, no demasiado. El fin de semana fue muy bruto, muy muy bruto, y al final, después de todas las historias, quedé con Lore. Al principio estuvimos un poco tensos, tomando café en un sitio muy pijo. No me siento molesto porque me invite, de algún modo extraño es más bien al contrario, me gusta. Ella estaba preciosa, como ha estado siempre. Después de tomar unos vermuths en el profesional la cosa mejoró, porque le pedí hablar de cosas más serias, es decir, de nosotros. Me estuvo contando cómo se sentía en los últimos tiempos de la relación, como yo la anulaba y la hice sentir sin personalidad. Siempre supe que eso sucedería, y que era culpa suya. Simplemente, no supo enfrentarse a un tipo que tiene personalidad de sobra. La verdad es que en los últimos tiempos no hacíamos demasiado, nos amamos tanto que no comprendimos el concepto de dos vidas unidas, pero dos vidas todo el tiempo. Me dio mucha pena comprobar que en ningún momento supimos enfrentarnos a nuestro propio amor. Esto, que es una puta cursilada, es radicalmente cierto, así que si hay risas que las haya en otra parte, joder, y no aquí, no en esto. Si ahora estamos como estamos, aún amándonos como imbéciles, es por esa falta de capacidad. Joder, cómo me jode. Recuerdo los últimos seis meses y me pongo de los nervios, tantas tonterías, tanta estupidez… Cómo perdimos la habilidad de vivir la vida, joder, cómo lo hicimos. Claro, evidentemente yo creo que ahora podríamos con ello, pero ella, según su opinión, se tiró los últimos seis meses luchando por la relación, según ella nadie ha luchado tanto por una relación como ella, y ahora no tiene esperanzas. Ninguna.
Un incencio en mi propio cenicero. Vaya, tendría que tirar las colillas alguna vez. Escarceos con Rosa, nada serio, nada serio en el futuro cercano, espero. Y al ver a Lele, por primera vez, en vez de perder el norte y perder todas mis ilusiones, las sentí con más fuerza, entre ellas las ganas de escribir.
para otro momento
Bueno, esto requeriría un poco de calma casera, pero como tengo el tiempo un poco liado me conformaré con hacerlo desde el curro. El fin de semana fue bruto, muy bruto, Ivan y Javi se quedaron a dormir en casa aunque yo me retiré temprano, aburrido.
El domingo vi a Lore, estuvimos tomando unas cervezas. Nada nuevo bajo el sol, pero al menos hablamos. No hay mucho que decir porque no quiero decir mucho, dejo en el tintero para otro momento a Rodrigo y a su hermano, a Rosa, a Miguelón, el día de la cerveza del Baiben, las tapas del domingo y, por supuesto, toda la tarde de después con Lore, y la despedida en la puerta de su casa. Todo eso se quedará para otro momento.