Yo volvía del curro andando con Rodrigo. Tranquilamente, echando unas risas. Íbamos al garito donde perdí las llaves, por si había suerte.
Y entonces me golpeó en medio del pecho y me partió en dos. Y entonces todas las imágenes, todos los recuerdos, todos los sentimientos, toda la vida que se me escurre entre los dedos me metió sus muñones amputados en la nariz y los ojos hacia dentro, hacia el nervio óptico. La angustia me cerró el estómago y los bronquios, las lágrimas afloraron a mis jodidos ojos de borracho.
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