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una estupidez

Es una tontería, una verdadera tontería.

Pero iba en el C3 de un compañero de trabajo y le he dicho que me abriera el cenicero.

Y el cenicero me lo ha dado en la mano. Uno de esos que se sacan.

Y entonces me he acordado de alguien, no sé si se llamaba Javier, o Juan, tengo la sensación de que era un nombre compuesto.

Fue en el instituto, el tenía un panda y nos fumábamos las clases yendo a jugar al mus a un bar de sanse, toda la mañana.

Me abrieron expediente por eso.

Me he acordado de todo eso.

El panda tenía un cenicero parecido al del C3 (salvando diseños vanguardistas y demás pamplinas).

Lo pasamos de puta madre.

Pero el del mus era gonzalo, y tenía un fiat tipo.

Ese tenía un cenicero normal.

Sin embargo Roy, en La Palma, sí que tenía un panda (Romualdo, le llamaba, siempre lleno de mierda) con un cenicero idéntico.

Quién sabe por dónde va el recuerdo.

Y más cuando tienes tanto que recordar.

Daría media vida, lo juro, por tener una guitarra medio decente ahora mismo.

vértigo

Alguna vez ya me dio por hablar del vértigo, cuando andaba por la insoportable levedad del ser. No sé por qué viene a cuento ahora mismo (sí lo sé).

No me gusta anotar tanto en la bitácora. Las cosas se diluyen.

El vértigo es un indicador profundo del estado de una persona. Algo así como la catarsis, pero hacia fuera, hacia los demás.

Hay gente que no quiere hacer determinadas cosas, y no las hace.

Pero el vértigo no es el miedo a caer (a hacer algo en concreto), sino la atracción por la caída.

Hay gente que tiene vértigo, mucho. Y se nota.

A veces ves como alguien muestra extremado celo en alejarse de algo. Cuando simplemente no quieres hacer algo te resulta indiferente. Sin embargo, cuando sientes vértigo, se convierte prácticamente en neurosis mantenerse a kilómetros de cualquier posibilidad de acercarse.

Es un buen indicador, si sabes verlo. Es un buen indicador para alejarte tú, si te implica. Bueno, si sabes hacerlo.

A veces no puedes, o no quieres.

El vértigo es la atracción por la caída. En determinados momentos, algunos saben que si se acercan lo suficiente caerán sin remedio.

Entonces levantan escudos, montan controles en las autopistas de su cerebro.

Entonces ya no tienen experiencias, sino situaciones de control.

Entonces ya viven con sentimentalidad rara. Sienten su vida como una película.

Me parece curioso esto del vértigo.

Creo, ahora en la distancia, que lele tuvo un par de años de vértigo. Quería vivir su vida sola, tanto que le daba miedo. Por lo que implicaba. Al mismo tiempo que se protegía no vivía, al mismo tiempo que se protegía temía, al mismo tiempo que se protegía iba colocando los acontecimientos.

Debe ser una situación dañina.

Sé que es injusto, pero creo que al menos es parcialmente cierto. Claro que no lo es todo. Nunca una sola cosa lo es todo.

Pero parece extraño comprobar que los recursos que nos mueven, que nos condicionan, raramente cambian.

En un modo particular y propio, lele sigue padeciendo de vértigo.

Es curioso.

Me gustaría saber explicar ciertas cosas de tal modo que fuera como un cirujano extirpando un cáncer. Me entreno. Pero aún no puedo.

Vértigo.

más cuaderno

Seguramente me pase con Paniker, pero esto parece especialmente atinado para una bitácora:

«¿Y el prójimo? ¿De qué manera puede uno contribuir a mejorar la condición del prójimo? Lo diré una vez más: lo mejor que uno puede hacer es dar testimonio de la verdad propia, de los forcejeos y contradicciones de la verdad propia, sin mesianismos de ninguna índole.

Tener la voluntad de hacer el bien es sumamente pernicioso. El bien sólo se propaga espontáneamente. En chino: tzu-jan.»