Marcos y el Galego estábamos tranquilamente en casa charlando un rato cuando vino la poli, como siempre. El hijo de prensa, 12, bajo nos había denunciado.
Dulces sueños, amigo mío. Que usted lo duerma bien en su infierno de silencio.
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Marcos y el Galego estábamos tranquilamente en casa charlando un rato cuando vino la poli, como siempre. El hijo de prensa, 12, bajo nos había denunciado.
Dulces sueños, amigo mío. Que usted lo duerma bien en su infierno de silencio.