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bueno

Cuando uno está triste hace canciones tristes. Pero cuando uno está realmente triste hace canciones alegres que llevan el poso de la tristeza, motivado por el instinto más básico de supervivencia. Igual que el caracol en el cubo de caracoles que mi abuela mataba de hambre en el pueblo para que limpiasen sus intestinos, uno siempre intenta salir, largarse, hablar desde fuera de lo de dentro. Para recordar el sacrificio y hacer que se recuerde uno tiene que sobrevivir primero. El caracol que se quedó cantaría melodías preciosas e irrepetibles, pero fueron melodías que hirvieron en la cazuela y nacieron y desaparecieron ahí mismo, melodías de las que no quedó nada para el recuerdo.

No es que la tristeza tenga que perdurar, claro, intento explicar que de hecho lo más habitual es que no lo haga.

Digo igual porque es igual. Porque nada que la mayoría de la gente no quiera recordar va a recordarse nunca. A todo el mundo le gusta cierta dosis de tristeza, cierta cosa que vivir desde la calefacción y la comida y el curro que nos haga sentir de algún modo vivos. Esa comedia y ese drama consentido y permitido en ciertos rangos contribuyen a la percepción del mundo siguiendo esta regla:

La belleza hace del mundo un sitio más feo.
La fealdad hace del mundo un sitio más bello.

Así que cuando uno está triste, realmente triste, hace canciones hermosas, alegres, preciosas. Revienta contra ellas ese poso. Las estalla contra él.

contratasco

Pues eso.

Algo que noto relacionado con los dientes es que se está invirtiendo una tendencia que hasta hace poco pensaba que era un rasgo de mi personalidad. Ese camino de casa al curro yendo en sentido contrario a la dirección habitual (la gente va a Madrid por las mañanas, no vuelve), viendo ese montón de caras pasando frente a mí y yo siempre quería encogerme encogerme fundirme con el volante que no me vieran que me dejaran en paz. Ahora, sin embargo, me fijo en los detalles en lo que llevan puesto en qué cara tienen si parecen descansados si han dormido bien si están sonriendo, si el sol les está deslumbrando o si parece que están llegando tarde porque miran nerviosos al de delante y se exasperan. Antes era un desfile insoportable y diario y ahora es como pasar la tarde mirando escaparates dejando pasar pasar el tiempo entre los dedos cerrándolos un poco casi nada para entorpecerlo y retrasarlo un rato.