# perdiendo.org/museodemetralla

entraron en mi cabeza (201) | libros (20) | me lo llevo puesto (7) | pelis (2) | Renta básica (9) | series (6) | escasez (2) | frikeando (94) | arduino (1) | autoreferencial (11) | bici (1) | esperanto (4) | eve online (3) | git (2) | GNU/linux (4) | markdown (7) | nexus7 (2) | python (7) | raspberry pi (3) | vim (1) | wordpress (1) | zatchtronics (3) | hago (751) | canciones (153) | borradores (7) | cover (42) | el extremo inútil de la escoba (2) | elec (1) | GRACO (2) | guitarlele (11) | ruiditos (11) | Solenoide (1) | fotos (37) | nanowrimo (3) | novela (26) | criaturas del pantano (5) | el año que no follamos (12) | huim (5) | rehab (4) | poemas (352) | Anclajes (15) | andando (3) | B.A.R (7) | Canción de cuna para un borracho (38) | Cercos vacíos (37) | Cien puentes en la cabeza (7) | Conejo azul (6) | Contenido del juego (5) | De tiendas (3) | del pantano (3) | Destrozos (2) | Epilogo (4) | Fuegos de artificio (5) | Imposible rescate (15) | Jugando a rojo (7) | Libro del desencuentro (2) | Lo que sé de Marte (11) | Los cuentos (21) | Montaje del juego (5) | Orden de salida (4) | palitos (31) | Piernas abiertas (7) | Poemas medianos (12) | Privado de sueño (7) | rasguemas (5) | Tanto para nada (17) | Todo a 100 (2) | Uno (4) | relatos (96) | anatemas (9) | orbital (2) | prompts (8) | vindicaciones (103) | perdiendo (1.687) | atranques (1) |

volviendo a los escenarios

Estoy en el escenario, en la primera canción de un concierto, cantando la estrofa grave de un tema que crece en tono en el estribillo. Los monitores me devuelven pequeño, casi no me oigo.

Veo que el tipo de la mesa se acerca, despacio, saliendo del recuadro, avanzando entre el público, llega hasta mí.

Yo sigo cantando, sin oírme.

El tipo llega a mí, se sube al escenario, me pone la boca en el oído y me dice:

«Proyecta».

Proyecta. Maldito jabrón, súbeme el puto volumen. Si cuando después sube la voz tienes que bajarme para eso estás en la puta mesa. Tienes una colección de faders que mover, muévelos y déjame en paz. Haz tu lo tuyo y déjame a mí con lo mío.

Enhorabuena, tío. Jamás he recibido un comentario tan contraproducente, en un peor momento, de un tipo que tiene literalmente la solución en sus dedos.

decálogo imperfecto para nuevos músicos

Aunque, desde luego, no debería, a veces doy ya este museo completamente por perdido. Como narración es floja, carece de continuidad. No da una imagen fiable de casi nada. Recuerda un dolor que aún, cuando me despisto (o quizá cuando dejo de hacerlo), sigo sintiendo. Quizá no recuerda, quizá concentra. Concentra un dolor que.

Pero para mí sigue siendo un buen lugar al que volver de cuando en cuando, para contar que.

He vuelto a subirme a un escenario, y me lo pasé muy bien. Ya están cerradas las fechas en las que volveré a hacerlo, tengo ganas. Me he puesto en contacto con músicos, con gente que lleva tocando menos que yo pero ha seguido otros caminos, y también con gente que está empezando. Hoy quise volver a esto precisamente por eso, por ver en otros esa ansiedad de la que yo ya, afortunadamente, carezco. No me refiero al empuje, sino a la ansiedad, la prisa, las ganas de. La necesidad de llegar a alguna parte.

Uno siempre está en alguna parte. Sólo hay que saber verlo. Mañana es posible que estemos en otra, pero ese no es tanto tema de hoy como de mañana. Eso, que es tan simple, es muy difícil de transmitir.

Así que me propuse escribir el decálogo de las cosas que he aprendido para dejarlas aquí, porque no soy capaz de decírselo a nadie más que a este viejo museo. No hay forma en la que convencer a alguien que ve un horizonte de que se lo está inventando. Quizá ese podría ser el primer punto, quizá mejor el último. Esto es lo que he aprendido y no soy capaz de transmitir.

Decálogo para el músico que empieza, de mi parte:

  1. Toca. Si te apetece, toca. No importa que sea la misma canción una y otra vez o que cada vez sea una distinta. Toca siempre, si te apetece, hazlo. El cerebro y las manos aprenden tanto de la repetición que no hay nada que se le pueda comparar. El cerebro consciente es un mermao y siempre está fuera de sitio. Cuanto menos necesites usarlo mejor fluirás.

  2. Está muy bien querer aprender cosas nuevas, es básico. Pero nunca es tarde para seguir afianzando las que ya sabes. A cierto nivel, y hasta siempre, la música es artesanía. Ritmo, tono, afinación. Hacer bien lo que sabes hacer, pulirlo, bruñir lo que sabes hasta que sea parte de lo que eres. Hay una magia especial en repetir lo mismo una y otra vez hasta que se convierte en ti mismo. Tocar tres acordes, sólo tres, y hacerlo bien, realmente bien, deja de ser artesanía y se convierte en arte. Hay algo que emana de lo simple cuando se domina que es hermoso, siempre lo es.

  3. No tengas prisa por estar en el día en el que sepas hacer algo. Ese día llegará seguramente, y será especial. Pero mientras tanto no estás ahí. Que no te torture. Lo que eres hoy es lo que tienes hoy. Por favor, no permitas que lo que vas a saber hacer mañana le reste importancia a lo que sabes hacer hoy. No permitas que haga que no te interese.

  4. Si la música es fundamentalmente artesanía, y sólo en casos muy concretos arte, tocar en un grupo es de las artesanías más bonitas. Cuando tocas en un grupo lo que tú destacas es secundario. Lo importante es hacer al grupo y sus sinergias sonar, y hacerlo bien. No intentes ser el centro de atención en un grupo excepto en los casos en los que tu puesto en él lo exija y sólo mientras lo exija. Cualquier tarea secundaria que se te ocurra, en un grupo, es de vital importancia. Si tocas el triángulo en el segundo 36 de una canción de 5 minutos, eso es lo que haces. Y lo que importa no es que destaques, sino que la canción fluya.

  5. No es el paso inicial, pero cuando el cuerpo te lo pida entra sin miedo: aprende armonía, aprende solfeo. En ratos muertos, mientras puedas soportarlo (porque para muchos, para mí, es un terreno árido). La armonía es el mapa, el eje de ordenadas y abscisas en el que te mueves. Puedes ser un artista tremendo sin saber armonía, pero siempre vas a disfrutar menos, y siempre vas a estar medio perdido. El solfeo es tu abecedario. Hay tremendos poetas analfabetos, pero dependen exclusivamente de su memoria. Eso no les hace mejores ni peores, pero hace todo más trabajoso.

  6. Grábate siempre que puedas. Grábate hoy y escúchate dentro de medio año. A veces parece que no avanzas y mientras no te grabes no podrás sacarte de ahí.

  7. Toca con gente. Siempre que te aporte toca con gente. Habrá cosas que te lleve medio año aprender que se resuelvan en cinco minutos con alguien que esté ya ahí y te lo explique.

  8. No hay proyecto pequeño. Derivado del punto 1 de todo vas a sacar memoria que va a hacer que disfrutes más tocando y crezcas.

  9. Da igual lo lúcido en lo que creas haberte convertido. Muy pocos van a creerte y tampoco deberías estar muy seguro de lo que tu experiencia le va a aportar a otros. No des lecciones aunque te duela ver cómo otros repiten tus errores. Se paciente, comparte cuando te lo permitan.

  10. Disfruta. La disciplina puede ser un gran combustible, pero el placer es aún mejor.

Eso es más o menos todo.

una mentira hermosa

Llevo mucho tiempo sin escribir por aquí, demasiado. Demasiado según qué. El tema es que escribir requiere tener cosas que contar. Me corrijo un poco, escribir requiere tener cosas que querer contar.

Eso sí.

Dentro de algún tiempo me arrepentiré de no haberlo hecho, eso lo sé. Una cosa es ponerte en situación y escribir como si estuvieras en, y otra cosa muy distinta es escribir en. No es que no quiera escribir (aunque un poco sí), es que lo que tengo que decir me parece poco relevante. Nah, eso tampoco, qué hay de relevante en una ruptura, o en un proyecto nuevo, o en vivir más o menos a secas. Sucede que a veces sientes la necesidad de construirte un relato en el que guarecerte y otras veces no.

(Estaba con Castilla jugando al baloncesto, ¿qué habrá sido del tipo? y empezó a llover, y me dijo "guarezcámonos", y me sonó al siglo XVIII. Esa tontería tan poco trascendental lleva en mi memoria desde entonces sin qué tenga ni idea de para qué).

Me gustaría ser más amigo de la negrita y la cursiva y remarcar ese "construirte un relato en el que guarecerte". Uno escribe porque tiene que marcar con rotulador amarillo algo que considera importante por algo. Uno escribe porque dentro del caos de lo que sucede ("de lo que deviene", quería escribir, pero no es ni más ni menos que lo mismo y, sin embargo, suceder tiene un componente menos existencial que devenir y devenir tres kilos más de sospecha de estupidez que suceder) parece que algo merece ser recordado, o resaltado, o conspicuado (si es que eso existe).

No es que no quiera escribir, es que escribir me ha hecho bastante daño en general, el proceso de escribir me ha roto bastante. Porque me es difícil. Por eso hoy, cuando estaba componiendo instrumentales para un disco nuevo y me he atascado y me quedé sin cosas que expresar me he acordado del daño de escribir. Del daño horrible de que la cosa no fluya. Cuando compongo la cosa suele fluir sin que yo sepa muy bien de dónde vienen las cosas que digo y que tengo que decir.

No me es difícil escribir, en eso miento un poco. Lo que me es muy difícil es saber lo que quiero decir, encontrar una finalidad ahí. La única diferencia es que cuando hago música y la grabo no suelo darle mucha importancia a qué quiero decir, simplemente digo. Y salen cosas que grabo y guardo. Y años después las recupero y me alegro.

Del mismo modo en el que siempre escribí poemas componer canciones es describir un estado de ánimo, mostrarlo. Escribir un relato o una novela es una cosa distinta. Tienes que buscar la causalidad, el contexto, el dónde se escribe todo eso. Cuando escribo poemas o compongo canciones no necesito preocuparme de eso.

Resumiendo, cuando escribo poemas o canciones me preocupa poco o nada qué quiero decir, me importa más decir. Cuando escribo novelas, sin embargo, qué quiero decir es lo que más me importa. Y la realidad es que no tengo ni idea de lo que quiero decir. Sólo quiero vivir. Cantar algo, recitar algo. Darme una vuelta, amarme un poco.

En realidad, dentro de que todo es una mentira hermosa, poemas y canciones son más un sample de la realidad y la novela un ensayo. No comprendo lo bastante como para razonar lo que sucede. No tengo ni puta idea y cada uso de la novela me parece tendencioso. Sin embargo declarmar y cantar son cosas inmediatas, preciosas, uno se limita a estar y hacer algo con ello. Siento algo y lo canto o lo recito y ahí se acaba toda mi implicación con el sentido de las cosas.

No quiero explicar lo que no entiendo. Como mucho quiero contarlo, y no siempre y si no me preguntas demasiado. Feliz año.