Sí, sí, sí, estoy replanteando mi vida, supongo, después de las vacaciones. Vale, aún sin las pruebas correspondientes, parece ser que soy hipertenso. No entiendo por qué ese simple hecho les da licencia para pincharme por todas partes y examinar mi orina, no veo que algo así legitime la adquisición de un nuevo conejillo de indias. La familia de lore se fue y polvazo de la muerte, noche de fiesta en la batcueva. Últimamente quedo mucho para jugar con todo el mundo (eso me relaja) y ando menos por internet, a veces me dan ganas de meter el esfuerzo en otra parte, de mandar algo al parnaso o volver a atramentum, simplemente por el hecho de ver movimiento. Ahora mismo me lío con la guitarra y san se acabo, que ese esfuerzo se ve, se palpa, y todo eso. Menos mal que tú, amanda, sigues con fuerza en esto, porque si no… Buah, vamos allá, diario de un tarado, 31 de julio de tal y tal. He ido a ver al médico esperando ver médica, pero no, no me han cambiado todavía. Entro, saludo formal y correcto y cuento. Cuento y coge ese par de instrumentos nazis que son el flotador inchable mediante pera y el fonendoscopio, me jode el brazo apretando, suelta: 19-11, se pone pálido, me mete en otra habitación y atiende a otro paciente. Me coje otra vez, aprieta y 15-10, se le ve respirar mejor, al pobre hombre. No me va a medicar, me va a taladrar las venas el lunes nada más, de momento. Con estos tipos siempre es de momento. Me voy a comprar, con la espalda jodida pillo papel de kk y jabón para la lavadora, que hace horas extras para compensar el abandono al que la hemos sometido últimamente. Llamo al curro y cuento, cuento y no voy a currar hoy. Llamo a lore y a leti y a mi madre y cuento, repitiéndome a discrección. Un hombre lo oye, me para en la calle y tenemos una buena charlita allí en medio. Él ha dejado de fumar, de beber y ha perdido cuarenta kilos, y dice que tiene la tensión como antes, además de tener que medicarse de por vida. Los médicos no tienen ni puta idea de por qué sube la tensión. Si mi vida no estuviera tan desvencijada y tan perdida, la pobre, mi tensión sería normal. Supongo que sin esta vida tan tonta todo sería de otra manera. Subo a casa y zeus, y el fondo del bar, y la guitarra que me llama, y la guitarra y un tinto de verano en cuanto pueda, que el tiempo escasea y hay que recuperar fondo. Prometo que mañana más.
Año: 2003
suspenso en vacaciones
No he aprobado las vacaciones. No creo que haya sacado más de un dos, o un uno y medio. Y aquí estoy, en el último día, preguntándome cómo salvarlas ahora, pero ya no puedo. Ya es tarde. Otras vacaciones iguales. A tomar por culo todos los planes. Mañana de nuevo a currar. Una mierda. Va pasando el tiempo, los años. Día triste hoy, señores, día de angustias. Día casi de luto. Mierda.
dando tumbos
Todo sigue más o menos igual y más o menos desigual. Andamos a dos patas excepto cuando nos emborrachamos, que andamos a cuatro. Tomo mucho ron y mucha cerveza y mucho tinto de verano para combatir el calor. Recogimos a Rafa en Atocha después de algunos inconvenientes, nos asamos en la Ceferina (kangoo de mis borracheras madrileñas que me trae a casa conducida por lore, impertérritamente sobria), comimos mi puding de bonito y mis judias blancas a la vinagreta y perdimos el cerebro en el calor, lo recuperé en el ron que adorna mi escritorio y me muero por una siesta caliente y, cómo no, repleta de sexo bestial y tranquilo de mirarse a los ojos y amenazar con hacer, para luego hacer, para luego descansar de costado y sin cigarro, que no me gusta que las sábanas apesten a tabaco. Me bajo del palomar, me lio uno y me lo fumo, escribiendo esto, desnudo sobre la silla y feliz, aunque lo del polvo haya sido un sueño porque lele esta derrengaíta. Pero anoche… Pero esa es otra historia. la semana que viene al curro y no tengo ganas, por supuesto. prefiero no pensar en eso. No leo, no pienso. Paso el tiempo, que ya me hacía falta. Como fuera, bebo. Me emborracho como terapia para salir de mí mismo y encontrarme allí fuera. En el problema de las otras mentes. El teclado es suave y me gusta escribir en él. Paso el tiempo. Me vuelvo a la cama. Muerto de calor. Cervezas, millones de cervezas refrescando mi garganta y nublando mi cerebro. Como hacía falta.