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dando tumbos

Todo sigue más o menos igual y más o menos desigual. Andamos a dos patas excepto cuando nos emborrachamos, que andamos a cuatro. Tomo mucho ron y mucha cerveza y mucho tinto de verano para combatir el calor. Recogimos a Rafa en Atocha después de algunos inconvenientes, nos asamos en la Ceferina (kangoo de mis borracheras madrileñas que me trae a casa conducida por lore, impertérritamente sobria), comimos mi puding de bonito y mis judias blancas a la vinagreta y perdimos el cerebro en el calor, lo recuperé en el ron que adorna mi escritorio y me muero por una siesta caliente y, cómo no, repleta de sexo bestial y tranquilo de mirarse a los ojos y amenazar con hacer, para luego hacer, para luego descansar de costado y sin cigarro, que no me gusta que las sábanas apesten a tabaco. Me bajo del palomar, me lio uno y me lo fumo, escribiendo esto, desnudo sobre la silla y feliz, aunque lo del polvo haya sido un sueño porque lele esta derrengaíta. Pero anoche… Pero esa es otra historia. la semana que viene al curro y no tengo ganas, por supuesto. prefiero no pensar en eso. No leo, no pienso. Paso el tiempo, que ya me hacía falta. Como fuera, bebo. Me emborracho como terapia para salir de mí mismo y encontrarme allí fuera. En el problema de las otras mentes. El teclado es suave y me gusta escribir en él. Paso el tiempo. Me vuelvo a la cama. Muerto de calor. Cervezas, millones de cervezas refrescando mi garganta y nublando mi cerebro. Como hacía falta.

cambiar la guitarra

Aquí estamos, con la facultad de pagar religiosamente el alquiler y una vida sentimental completamente desecha. Ayer compré un risk del señor de los anillos para cebar al crío que llevo dentro y ocupa aproximadamente el setenta y cinco por ciento de mi cuerpo. Víctor y Leti empiezan a tener más presencia, la abuela de lore la tiene toda, mis vacaciones vuelan y yo no hago nada de nada y me vuelvo medio loco. Tumbo catorce o quince cervezas diarias de mahou, lo que me mantiene en une estado semi-catatónico placentero e indoloro. Devolví la guitarra y me dieron las pelas, tuve que montar un pollo antológico, porque no tenía el embalaje y habían pasado más de tres meses. Me tiré media hora cabreándome antes de ir, tanto que ni me despedí en el coche ni de Lore ni de la abuela. «Perdona, un compañero tuyo me recomendó esta guitarra, y es una mierda, yo quería la fender de 60.000» Me mira con indiferencia y dice: «Sí, es una mierda». Eso me cabreó un poquito, así que empecé a berrear. Ellos querían que la arreglara en el fabricante. Yo grité que no. Ellos querían que la cambiase por otra. No. Ellos querían darme dinero del cutre inglés a cambio. No. Ellos querían devolverme el dinero. Sí. Luego me tocó pelear arriba. «Tienes que traerme los recibos». «¿Está loca? No voy a traer los recibos». «Entonces no le vamos a poder hacer la devolución». «Sí, si van a poder». Y, por supuesto, pudieron. Fui a una tienda de juegos (J de juegos) donde me dijeron (entre muchas otras cosas) que no sabían hacer el solitario de bolas. Tenían uno encima de la mesa. Por supuesto, lo hice (soy un bacilón). Nos regalaron un solitario extraño, se lo llevó Víctor, que es un gordo cabrón. Volvimos a jugar al trivial, yo me anestesié con cinco o seis cervezas y no estaba tan mal. En ese estado todo es maravilloso, supongo. Mi risk era demasiado complicado como para aprender en cinco minutos. Pero ya sé. Anoche practiqué, Lore me ayudo. Después fuimos a la cama donde renovamos lo nuestro con un sacrificio carnal y después, resollando, paramos juntos nuestros cuellos y nos susurramos te quiero al oído. Qué difícil es estar vivo, juer.

aburrido

Todo sigue muy normal, incluso aburrido. Estoy de vacaciones y leo, tomo mucha cerveza y mucho ron, pienso mucho, compro peces y los meto al acuario, recuerdo cosas de cuando no era ahora… supongo que lo normal. Todo lo que salga de esto irá viniendo más adelante. Cuando todo vuelva a su cauce y sea más importante reventar.