los días deberían pasar en septiembre
como en cualquier otro mes,
pero noto el momento susurrante,
agazapado, dando lentos pasos sin hacer ruido
moviéndose en sigilo
como si, por algún motivo,
hubiera estado a punto hace un año de suceder algo
definitivo
y, ahora, el instinto del recuerdo
temiera de nuevo al depredador paciente
que acecha en cada sombra que se pliega,
en cada nudo, cada grieta de la herrumbre
que se cubre
nos vamos a morir
en algún momento
y antes seremos irrelevantes
si no lo somos ya
y está bien
hay que hacer por entenderlo
no vamos a cambiar el mundo
no vamos a ser la revolución
nadie dirá de nosotros que fuimos unos genios
y, si te lo preguntas bien,
si miras a fondo más allá del impulso vital
¿para qué querrías eso?
desde la perspectiva del muerto,
¿qué importa que hablen de ti o dejen de hacerlo?
es el vivo el que grita, el que llora,
el que se siente vacío
pero ese ya no estará cerca
cuando termine pasando lo que teme,
así que ignoralé,
no sabe de lo que habla —literalmente.
dime dónde estabas
cuando te fui a ver
no había nadie en la puerta
nadie al que conocer
no te vi sentada en la calle
nadie me habló de ti
estaba tu olor a medias
pero ausente de ti
el mundo ha cambiado, han pasado más de veinte años
pero todo es lo mismo menos tú
el mundo ha cambiado poco aunque han pasado más de veinte años
todo es lo mismo menos tú
dime dónde has estado
qué ha sido de ti
recuerdas algo de lo que hablamos
algo que añadir
está lo otro y está entretanto
hemos girado sueltos sin control
está lo otro y lo que hablamos
un tanto ausente de ti
el mundo ha cambiado, han pasado más de veinte años
pero todo es lo mismo menos tú
el mundo ha cambiado poco aunque han pasado más de veinte años
todo es lo mismo menos tú
dime dónde estabas
cuando por fin te fui a ver
no había nadie en la puerta
nadie ya al que conocer