Invieno vestía de plata
sus lajanías. Primavera
pulsaba sus verdes. Estío
bruñía la espada sangrienta.
Otoño desencadenaba
los torrentes de su tristeza.
Y él está siempre allí. Miraba
lo imposible. (Han pasado cerca
de veinte años.) Y él está
ensimismado, ante la puerta
infranqueable.
Estío funde
su estatua de ola, viento, piedra.
Y él está allí. Desnuda otoño
su torso pálido de estrellas.
Invierno oculta con su máscara
la desolada calavera.
Ý él está allí. Sigue allí, bajo
la invención de la primavera.
Desde allí mira no sé adónde,
caída la clara cabeza.
Quiero arrancarlo de su éxtasis
para reintegrarlo a la rueda
temporal, para darle vida.
(Olvidé que han pasado cerca
de veinte años. Olvidé
que ya no es clara su cabeza,
que ya no puede ser posible
que me escuche y que me comprenda.)
José Hierro.
El rescate imposible.
De Libro de las Alucinaciones. 1964.
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